29.1.09

Raro como un ornitorrinco

Si bien estos últimos petroaudios no revelan nada espectacularmente nuevo (lo más interesante y sabroso en ese sentido es la inesperada aparición de Lechuzón Alva Orlandini en una conversación con Quimper sobre unos problemas del amigo toledista Adam Pollak con un banco local; la bronca entre Alan y el multimillonario toledófilo Joseph Maiman y un posible cherry del incurable mujeriego de Rómulo con una alta funcionaria estatal, que le reclama que no la llame de noche...), reafirman que el tema merece ser investigado a fondo.

Pero también surge una pregunta, no menos importante: ¿por qué Pablo O'Brien no entregó antes este material? La explicación de que los iba a dar a conocer el 18 de enero y que postergó su entrega por las detenciones no es para nada satisfactoria, además que refuerza la postura de que ha existido una dosificación sospechosa desde el principio, cuando cada día salía un audio distinto. ¿Por qué les dijo inicialmente a los de El Comercio que no conocía a su fuente y luego declaró que se amparaba en la Constitución para no revelarla? ¿Por qué no fue a las citaciones judiciales? ¿Por qué no entregó esta última música (Giannotti dixit) a la Comisión Abugattás? ¿O'Brien es la conciencia de la nación para decidir cuándo el resto debe conocer este tipo de hechos? ¿Es serio que un periodista ande jugueteando con este material? ¿O simplemente los había guardado caleta para protegerse y contraatacar si se veía en problemas y podía ser comprendido en el proceso, como se rumoreaba en los últimos días que le iba a suceder? El actuar de O'Brien es tan raro como un ornitorrinco.

- ¿Costa Rica, España y Chile son bárbaros y fascistas por imponer

sanciones (que aquí deberían ser multas, no prisión) a material obtenido y difundido a la mala? ¿Fue correcto que se transmitan por tv las barbaridades sobre Chile que dijo el peculiar general Donayre durante una reunión estrictamente privada o que algunos blogs se tiren las notas universitarias del ministro Chang (con una sospechosa pasividad, casi cómplice, de un claustro) para colgarlas en la web? ¿Las opiniones dadas en una reunión cerrada o tus notas juveniles no son temas estrictamente privados que nadie tiene derecho a difundir sin tu consentimiento expreso? ¿Esas fanfarronadas y jalados forman parte de la lucha contra la corrupción, es gran periodismo de investigación o en la web vale todo?

Como también me parece aberrante que graben con cámara oculta a desprevenidos, les induzcan a decir determinadas cosas y después las difundan, actuando como esas policías gringas que se hacían pasar por prostitutas para capturar infractores (felizmente algo ya prohibido). Es cierto que huele feo que la norma justo coincida con toda esta atmósfera enrarecida de faenones de pendejeretes, petroespionajes mercantilistas, rumores de represalia y por eso seguramente no es el mejor momento para proponerla, pero no me van a convencer jamás de que periodismo serio es meterse a invadir (o ser cómplice) la sagrada vida privada de los demás. Eso de que la humanidad sea perfecta en su vida privada por miedo a que la ampayen con algún aparatito es enfermante. Me irrita mucho que se espíe, que no se respete la vida privada y que los periodistas fomentemos ese perverso fenómeno.

Aldo Mariátegui

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