28.1.09

Gratitud y deber de memoria

HOMENAJE A LUIS VELAOCHAGA VELAOCHAGA

Por Manuel Bernales Alvarado. Politólogo


Es triste noticia el fallecimiento de Luis Velaochaga Velaochaga, quien fuera, amén de común amigo, nuestro profesor y primer decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), en el período de su 'modernización' que inició el sacerdote jesuita Felipe Mac Gregor.


Con Lucho comprendimos y en parte apoyamos dicha política, pues teníamos otra visión de la 'transformación' universitaria en nuestra América Morena, en el Perú, y en la misma PUCP. Mac Gregor mantuvo una apertura y aún, en mi caso, un apoyo moral y legal, incluso años después, durante las consultas regionales de la Unesco que concluyeron en el extraordinario informe "Nuestra diversidad creativa" de la comisión Pérez de Cuéllar.


Luis se desempeñó como agregado cultural en la Embajada del Perú en el Ecuador y luego fue docente en la Academia Diplomática. Siempre estimuló nuestra reflexión y opción personal, insistía en lo posible y en la libertad, siempre condicionada, precisaba. Buscó alejarse de los 'ismos' de los sesenta, también hoy, mediante la comprensión del entorno y del sentido de los acontecimientos, instituciones y estructuras. Siempre fue un amante del Perú, de todas nuestras sangres.


Fomentó un "humanismo abierto a la trascendencia", primordialmente comprometido con la verdad y con los pobres. Su docencia, constante y fecunda en el diálogo personal se tradujo en pocos escritos. Otras memorias pueden registrar desencuentros. Pienso que por la búsqueda de certezas hacia un presente de incertidumbres colectivas e indeterminaciones científicas.


Su docencia insistía en el dominio de los clásicos peruanos, americanos y universales de distintas edades. Nunca propició lecturas de moda. Exponía una visión de cosmogonía tan cercana a Teilhard de Chardin como alejada de reduccionismos, reforzada por su preparación en el Instituto de Ciencia Política de Francia. Revoluciones, reformas, administraciones públicas, partidos, actores y procesos en amplia perspectiva eran tema cotidiano. En su circunstancia y limitaciones, convocó a los mejores profesores para construir una facultad de vanguardia, un pensamiento científico en fecundo diálogo, no polémica, con la fe cristiana indesligable del pluralismo cultural, filosófico y científico.


Perdón por omisiones o excesos: pienso que peruanos y extranjeros peruanizados como Ulpiano López y Manuel Román de Sirgado, amigos, profesores fundadores y secretario de nuestra facultad el segundo, llorarían el alejamiento de Lucho.


Con paciencia y tino acogió no pocos planteamientos estudiantiles desde la preparación de la facultad, folleto inicial incluido, hasta poner manos y hombros en la mudanza de Riva Agüero a Pando, junto con otros docentes peruanos, holandeses, españoles, belgas, franceses, estadounidenses, quienes forjaron nuestra querida facultad, hasta hoy la única con una visión completa de las ciencias sociales.

EL COMERCIO

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