30.1.09

Jalados en conducta

Por: Luis Solari. Ex primer ministro

El interminable torrente de “petroaudios” y sus implicancias políticas hace palidecer al escándalo en que se ha convertido la designación del contralor, así como también al inaudito intento de limitar la libertad de prensa y el derecho ciudadano a la información.

Sin embargo, los tres casos revelan que la cuestión pública aparenta ser tierra de nadie, entendiéndose este calificativo como el lugar donde campean los intereses y se pisotean los principios.

Vemos desde la ausencia total de principios, como en los diálogos del “faenón”, hasta el risible relativismo ético de un ampayado que proclamaba que el “chuponeo” alejará a los inversionistas. ¿A cuáles? Obviamente a los “traferos”; los decentes saben que es imposible competir con “traferos”.

Cuando hay principios se establece nítidamente una línea de conducta personal, institucional o nacional, que se convierte indubitablemente en un intangible que genera coherencia, confiabilidad, credibilidad y seguridad. Si el liberalismo extremo, el del vale todo, parece estar campeando en el manejo de los asuntos públicos, debemos preguntarnos si realmente a los financistas de la política les interesa que haya gente de principios manejando esos asuntos. ¿O es que se prefiere financiar electoralmente a quienes después servirán para hacer “arreglos”?

Precisamente, la posición y campaña de El Comercio, criticada por algunos, para exigir que se conocieran las “dos caras de la luna” en el asunto de los “petroaudios”, evidencia una vocación por la verdad, valor y principio indispensable para una justicia democrática. Caiga quien caiga, debe ser la exigencia nacional.

En otras latitudes, y en otra dimensión, también se viven situaciones análogas.

En el artículo “Tras bambalinas” me ocupé de cómo el presidente Obama desde su campaña negoció con el poder tradicional de su partido, y cómo luego de la elección sus nombramientos confirmaron lo dicho. Allí escribí: “Preguntémonos a qué hora aparecerán los eugenistas”. ¡Ahora, ya aparecieron!

En acto público, por las barbaridades denunciadas sobre la cárcel de Guantánamo, Obama decretó su cierre. Obvia decisión basada en los principios consagrados en los tratados de derechos humanos. Sin embargo, por un año más seguirán los presos ¡en las mismas condiciones!

Peor aún, decretó de solapa la autorización para volver a financiar con fondos públicos estadounidenses a las organizaciones que en el mundo promuevan la privación del nacimiento (o aborto) de niños.

¿The change we need (el cambio que necesitamos)? ¡Qué tal cambio! ¡Al tacho los tratados y los principios! Ya sabíamos que los “eugenistas” le echarían un zarpazo a la vida. Muchos intereses, mucho dinero, muchas retribuciones hay en la política.
¿Qué organizaciones peruanas recibirán ese dinero foráneo para pisotear nuestras leyes basadas en el primordial principio de la defensa de la vida? Atentos, ya comenzó el desfile.

En el 2011, mientras el ciudadano creyente en el proceso vea ante sí una contienda entre candidatos, la guerra subterránea será entre financistas.

La crisis ética es mayor a la que parece. Esto no se arregla con reforma del Estado ni “plancitos” anticorrupción; lo que presenciamos es indicador de que necesitamos urgentemente un cambio de personas: gente con principios, nada de cortesanos; gente que tenga en lo secreto igual conducta que en lo visible.

¿Vida pública pisoteando principios?

¡Jalados en conducta!

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