6.1.09

El que se pica pierde

La desproporcionada reacción del premier Simon a los comentarios del alcalde Castañeda sobre los sueldos ministeriales es una confirmación de que el gobierno no estaba preparado para responder a las críticas de la oposición. Lo cual es sorprendente, considerando que la naturaleza de la medida hacía que las críticas fueran inevitables y, por tanto, se requería de una amplia explicación. Incluso, el gabinete tampoco parece tener una posición uniforme sobre el alcance de la decisión y, menos aun, un mensaje claro sobre la necesidad de contar con cuadros técnicos adecuados. Días después de la publicación del decreto, la confusión que está reinando es cada vez mayor y lo que debió ser presentado como la corrección de una mala idea presidencial –el tope salarial– empieza a parecerse a un simple aumento aplicado a solo quince funcionarios. Esto último sería totalmente desproporcionado dentro de una planilla pública que tiene casi un millón de empleados. La verdad es que pocas veces se ha visto un tema tan mal manejado.

Esperamos que el gobierno haga lo correcto presentando esta medida en el marco de la necesidad de atraer técnicos y que el proceso de reclutamiento de estos sea sobre la base de méritos. Caso contrario, me temo que la tormenta seguirá aumentando y no sería extraño que terminen volviendo todo a fojas cero. Lo cual, dicho sea de paso, parece ser el objetivo detrás del ofrecimiento del presidente al Congreso para dejar sin efecto el aumento. Con ello no solo no habrían solucionado la falta de cuadros, sino que, además, se habría generado el malestar de la población.

Por otro lado, es interesante ver cómo Luis Castañeda está rompiendo palitos con el gobierno. Hace unos pocos meses, la misma pregunta que le hicieron ayer hubiera sido respondida con evasivas, ya que él evitaba a como dé lugar cualquier confrontación con Alan García. Pero las cosas están cambiando rápidamente. Primero fue la disputa por el manejo de la Costa Verde y ahora los sueldos del gabinete. Daría la impresión de que Castañeda ya no espera ser candidato oficialista el 2011 y está pasando a engrosar las filas de una vocal oposición, con el fin de poder encontrar un espacio antes de la próxima elección. Lo cual explicaría por qué otro candidato potencial, como es Yehude Simon, habría tenido tan picona reacción.

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