31.12.08

De la bonanza a la solidaridad

2008: el año en que cambió la perspectiva.

El 2008 que hoy termina se recordará por muchos motivos, pero quizá el principal será que fue el primer año, en más de un lustro, en el que se previó que el período siguiente no sería tan bueno como el anterior. La sensación es que llegó el tiempo de las vacas flacas. La duda es cuán flacas serán las vacas.

En efecto, desde por lo menos el 2002, cada fin de año tenía la proyección de que el año siguiente sería mejor que el anterior. Esto no es así en este 2008, pues la crisis financiera internacional acabará teniendo, inexorablemente, un efecto negativo sobre la economía nacional.

Es cierto que la peruana es una de las economías mejor preparadas en la región para enfrentar el vendaval que viene del exterior, pero no es verdad –como se creyó en un momento, y se proclamó desde el gobierno– que estemos ‘blindados’.
Si tanto esfuerzo se hizo desde los años noventa por reinsertar al Perú en el circuito financiero internacional, y luego, con el nuevo siglo, por participar activamente en el proceso de globalización a través de una serie de acuerdos comerciales y emprendimientos empresariales en otros mercados, es lógico que –salvo que seamos marcianos– el enfriamiento de las principales economías mundiales nos tiene que golpear.

Cuán duro será el golpe todavía está por verse, y dependerá –en lo fundamental– de la administración y evolución de la crisis en las naciones más desarrolladas, y de la recuperación de la confianza en los mercados, que es, en el fondo, lo que se quebró durante el año 2008.

Al Perú lo que le corresponde es estar atento a la evolución del problema y tomar medidas anteladamente para, dentro de lo que es posible, contrarrestar los efectos de la crisis global.

En dicho contexto, será relevante el concepto de solidaridad que se debiera reforzar en un período en el que las cosas se pueden poner, en algunos sectores, particularmente complicadas. Por ejemplo, las empresas debieran ser un poco más creativas que recurrir al instrumento simplón de despedir trabajadores antes de pensar en otras alternativas de ajuste, así como recordar que muchas de ellas han tenido, especialmente en el último lustro, un período de bonanza inusual.

Como sostiene con acierto un comunicado reciente de la asociación empresarial Perú 2021, “las crisis son pasajeras, los países permanentes”. Y no hay que olvidar que los países son su gente, las personas, no solo los balances y los estados de pérdidas y ganancias.

Les deseo un 2009 con felicidad y solidaridad a todos los lectores de La República.

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