30.12.08

El Cusco contra Hiram Bingham

EL VALOR DE LA COLECCIÓN DE MACHU PICCHU

Por Teodoro Hampe Martínez. Historiador


Como es bien sabido, el pasado viernes 5 de diciembre, en un juzgado de Washington D.C., la República del Perú interpuso una demanda contra la Universidad de Yale. La demanda tiene por objeto reintegrar al patrimonio cultural de la nación una serie de objetos arqueológicos que fueron obtenidos ilegal y fraudulentamente hace cerca de un siglo, especialmente de la ciudadela de Machu Picchu. El director científico de aquella expedición fue el profesor de historia latinoamericana y aventurado explorador Hiram Bingham III.


La demanda interpuesta en Washington ha causado un poco de sorpresa, pues en algún momento se llegó a decir que el litigio judicial sería iniciado en la ciudad del Cusco. Machu Picchu es sin duda un patrimonio cultural del Perú y de toda la humanidad, pero pertenece ante todo a los cusqueños como herederos directos de los incas y de su civilización. Por eso conviene recordar ahora que la confrontación del Cusco contra Hiram Bingham se inició hace ya muchos años, cuando se llevaba a cabo la expedición peruana de 1914-1915.


Por entonces se suscitó una encendida polémica en los medios intelectuales cusqueños. Esto impulsó al profesor yanqui a escribir una extensa carta al diario El Comercio de esa ciudad, que había publicado el contrato oficial, suscrito con la Universidad de Yale, que autorizaba a esta a realizar estudios y excavaciones en territorio peruano. En respuesta, el Instituto Histórico del Cusco, encabezado por Luis E. Valcárcel, protestó por el monopolio que el gobierno de Benavides había otorgado a la misión estadounidense.


Bingham justificaba el privilegio obtenido diciendo que era "para conservar mejor los grandes monumentos del Perú y hacer responsable a una sola institución, en lugar de varias, lo que siempre se hace difícil y negativo". Al mismo tiempo, insistía en que Yale solo perseguía fines científicos, buscando ampliar los conocimientos en antropología, geología, geografía, osteología, etnología e historia en general.


El asunto de las excavaciones llevadas a cabo por el equipo norteamericano generó bastante revuelo en el Cusco. Una información periodística revela que en el local de la Prefectura se realizó la apertura pública de cuatro cajones "sindicados de contener valiosas antigüedades provenientes de las excavaciones".


A pesar de la expectativa general, se comprobó que no había en dichos cajones ningún material de gran importancia. La mayor parte eran fragmentos de alfarería y huesos de momias, recolectados para servir de base a los estudios de la expedición peruana.


El 13 de junio de 1915, se dirigió Bingham al Instituto Histórico del Cusco para procurar refutar las acusaciones y sospechas que se habían levantado contra el trabajo de su comisión. Su comunicación refleja la prevención que ya entonces existía de que se habían enviado las piezas más importantes afuera. En respuesta, Bingham reveló que encontraron un tupu de plata pero absolutamente nada de oro, y afirmó que ninguna parte de su investigación poseía carácter secreto. Por último, expresó que nunca había cometido actos contrarios a la ley ni al sentimiento del Perú.


A pesar de estas buenas palabras, Bingham se negó a cumplir el compromiso de devolver al país 74 cajones con objetos arqueológicos que fueron enviados a New Haven después de su partida. Sus herederos científicos, los responsables del Museo Peabody de Yale, han inventado diversos argumentos para minimizar el valor de esas piezas que corresponden sin duda a la tierra donde se originaron. Esperamos que la cordura se imponga y que este oprobioso capítulo de imperialismo cultural tenga el final que todos deseamos.

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