26.12.08

Un peruanísimo y universal filósofo de la liberación

RECUERDOS PARA UNA SEMBLANZA

Por Manuel Bernales Alvarado. Politólogo


Hay una dimensión de la persona, recóndita, valiosísima, que emerge en circunstancias especiales. Permítanme referir algunas.


En mi segundo año de universitario, en la Universidad Católica, pude cumplir con el deber de pronunciar unas palabras en las exequias de Alfonso Cobián y Macchiavelo, joven amigo y maestro. Se lo debo a un texto de Francisco Miró Quesada Cantuarias; también a la luz generosa de mi compañero Sioma Lerner Febres.


En el tercero, Derecho en San Marcos, Carlos Fernández Sessarego afirma que en asuntos de rigor, profundidad y sencillez, pocos igualan a Francisco Miró Quesada Cantuarias: hay que leerlo y comprenderlo.


Quince años después, en el CAEM, el filósofo disfruta exponiendo sobre lógica; nos alumbra para una mejor comprensión de temas esenciales para superar la crisis actual: el humanismo racional, pilar del desarrollo y la seguridad humana sostenibles.


En difíciles y polarizantes momentos de cambio político, el hoy director de El Comercio me dice que su padre quisiera mi apreciación sobre una persona que podría devenir en cercana colaboradora, no de su posición política. Expresé mi opinión con franqueza. El doctor Francisco Miró Quesada Cantuarias tuvo a bien contar con el trabajo de dicha persona hasta que ella decidió otro rumbo para su vida.


Con otros actores, desde Buenos Aires --Olimpiadas Filosóficas Argentinas--, Montevideo, Porto Alegre y Asunción --Corredor de las Ideas del Mercosur--, hace un lustro, emergen la jubilosa valoración de Horacio Cerrutti, las proposiciones de Langón, las reflexiones de Ardao, de Alcira Bonilla y de Félix Schuster, por el hecho, juzgo de rigor, de mostrar en los textos de Miró Quesada Cantuarias el valor de la filosofía, la ética y la lógica para mejorar la teoría política normativa y empírica, analizar la coyuntura y los regímenes políticos.


Meses atrás, en Lima, encuentro y saludo al peruanísimo y universal filósofo de la liberación. Él da un giro a la plática; me agradece porque una joven persona, que él ama como a toda su familia, esté luchando por cumplir con el deber sobre todas las cosas, pese a la corrupción más usual que nos rodea: trabajar mal, cobrar sin riesgo y sabotear. Expreso que nada debe agradecerme: esa persona destaca también por su capacidad profesional y seriedad, me alegra y honra contar con ella. Entonces dice: "Solo te pido que no la engañes". Al impacto que produjo en mí tal manifestación de valores, acompañados de una densa ternura, se debe esta comunicación.


Después de haber trabajado muchos años a contracorriente, con gran esfuerzo y pérdida personal, para una cultura democrática, una cultura de paz, expresión que la Unesco y el mundo deben a Felipe Mac Gregor, el filósofo trasunta ejemplar capacidad de respeto activo y de cooperación con el otro; testimonia la esencia de la convivencia humana, de la cultura democrática. Transforma la tolerancia, valor superior, no adjetivo, en cooperación y solidaridad eficaces. Nuestro país clama por ello. Por eso inculco a mi hijo menor: "carpe diem" y "sapere aude".

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