25.12.08

Reflexión necesaria

Una conmemoración tan especial y significativa como la Navidad –a partir del amor, paz y cristiandad que representa– sirve para sentar bases de la reconciliación en la sociedad. Sabido es que el Perú vivió una experiencia traumática el último cuarto del siglo anterior.

Un enemigo artero y criminal –como es el terrorismo– desató su furia fundamentalista contra todos los peruanos. Asesinatos, atentados genocidas, secuestros, destrucción de locales públicos y privados hicieron que nuestra patria retroceda aún más frente al periodo retrógrado que ya había producido el golpe militar socialista del 3 de octubre de 1968.

Vale decir, mientras nuestra sociedad cristiana recién se recuperaba del caos socio económico y político generado por el velascato, y cuando el año 1980 recién recuperaba su libertad y democracia, apareció el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán Reynoso, junto al Mrta de Cerpa Cartolini y Polay Campos, enlutando a miles de hogares que hoy conmemoran la Navidad sin sus seres queridos. Personas pobres, de clase media y alta sufrieron muerte y heridas del boicot subversivo.

No obstante, tras este caótico proceso histórico que le tocó vivir a la patria, vino otro capítulo igualmente complejo, donde paradójicamente se instauró –desde las más altas esferas del Estado– la venganza judicial, la persecución procesal y la trampa garantista contra políticos y militares vencedores del terror. Así, debido al fracaso de la Comisión de la Verdad y Reconciliación CVR nuestra sociedad aún no alcanza la tranquilidad ni la madurez necesaria para vivir en paz. De cara a este problema es oportuna una reflexión, sobre todo cuando somos conscientes que hay gente en esta Navidad que no tiene al lado a sus hijos, o padres, o hermanos, primos o amigos a quienes abrazar al celebrar el nacimiento de Jesús, ya que murieron como consecuencia de los atentados terroristas.

Pero no sólo para ellos, sino para todo el Perú, la paz le será esquiva si, por motivos ideológicos, políticos o por intereses económicos, algunos insisten en seguir escarbando lo que pasó hace veinticinco años. Entonces aprovechemos este 25 de diciembre, fecha de hondo contenido cristiano, para pensar en el perdón entre peruanos, para formular votos por la reconciliación nacional y para superar –como colectividad fraterna y solidaria– aquello que nos divide y encona.

Cerca de treinta mil peruanos murieron durante el periodo de violencia de los ochenta. En gran medida es a causa del sacrificio de aquellas personas que ahora vivimos una Navidad relativamente en paz. Por ello rindámosles el homenaje que merecen y, en especial, la solidaridad a sus deudos que en esta Pascua seguramente los extrañan y recuerdan. En esta perspectiva, que esta reflexión sirva para sentar las bases de una reconciliación sincera y duradera inspirados en la vida y ejemplo de Cristo
EXPRESO

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