31.12.08

Israel o la guerra estilo nazi

El mundo sabe que en Israel existe un régimen que no vacila en parecerse, como una gota de sangre a otra, al sistema de agresión de Hitler.

Veo con asombro que la portavoz del ejército israelí, Avital Leivovitz, anuncia una guerra total contra los palestinos que defienden su suelo patrio. Me hizo recordar el anuncio de “guerra total” del partido nazi, tal como lo precisa el libro Hakenkreuz und Totenkopf (Cruz gamada y cabeza de cadáveres) de Kurt Pätzold y Manfred Weizbecker.

La diferencia es que el proyecto nazi se produjo después de su fracaso en Stalingrado, en tanto que el anuncio israelí de hoy se asienta en la creencia de que, gracias al apoyo de Estados Unidos, la desalmada guerra de agresión contra los palestinos tiene garantizada la victoria.

Esto no es seguro. La reacción del mundo entero, y en particular de los árabes, no promete días tranquilos ni para el sionismo gobernante, ni para sus acólitos del exterior.

La matanza de civiles, en particular de niños, no tiene perdón de Dios ni de los hombres. Los sionistas que gobiernan Israel se equivocan si creen que la humanidad va a perdonar esos crímenes.

Sobre el carácter de ésta no cabe, por demás, ninguna duda.

El 14 de diciembre de 1974, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la definición de agresión que ahora cae, como anillo al dedo, a las acciones criminales del Estado de Israel.

El Artículo I de esa definición es inequívoco:

“La agresión es un uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o en cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas”.

El Artículo II redondea la definición: “El primer uso de la fuerza armada por un Estado en contravención de la Carta constituirá prueba prima facie de un acto de agresión”.

No sólo la conciencia y los sentimientos de la mayoría de la humanidad condenan, pues, a Israel.

Claro está que el Estado sionista y sus acólitos van a acusar de antisemitas a quienes se oponen a sus crímenes. No es así. Aceptarlo equivaldría a suponer que el judío es una persona que cree que matar niños, como en Auschwitz, es normal.

Hace años, en la notable selección anual de ensayos publicados en Estados Unidos The best american essays (Los mejores ensayos estadounidenses) leí un trabajo de Woody Allen inolvidable. Allí, el genial director de cine y escritor judío informaba que su madre lo había desheredado por denunciar crímenes de Israel (de poca monta comparados con los que hoy se perpetran en Gaza).

Allen sostenía allí que la humanidad parece necesitar más del odio que del amor.

Quienes, desde siempre, admiramos el aporte judío a la cultura y el progreso social, rechazamos los crímenes del Estado neonazi de Israel.

1 comentario:

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