Imaginemos, este nuevo año, un país unido, fuerte, poderoso y orgulloso no solo de su pasado sino también de un futuro lleno de grandeza
Por Hugo Guerra
Relajado lector, no puedo sustraerme a la tentación de formular algunos deseos para el Año Nuevo. De modo que le propongo acompañarme en imaginar algo bueno para nuestra patria, el Perú.
José Carlos Mariátegui estaba en lo correcto al decir que somos una nación en formación. Pero después de más de 4 mil años de cultura descubierta (con Caral como referencia) y de 500 años de historia registrable, debemos pasar del capítulo preliminar para consolidar un país que sea realmente único.
En el 2009 uno de los principales objetivos colectivos debería ser, precisamente, unificar de una vez por todas nuestra República para que no siga estando compuesta por varios 'perúes' que necesitan ser resumidos en uno solo, grande, poderoso y orgulloso de su identidad.
Tenemos una amplia base de partida, no somos un país inventado porque con amor y con sangre propia y ajena hemos forjado nuestra soberanía. Tenemos una posición geográfica privilegiada que nos convierte en eje de ejes del subcontinente y en centro de proyección hacia el Asia-Pacífico. Reunimos la mayor biodiversidad. Humanamente compartimos un mestizaje esencial, producido por el más profundo ayuntamiento pluriétnico, pluricultural y multilingüe. Hoy, además, tenemos el potencial suficiente para resistir mejor que muchos otros pueblos los embates de la crisis financiera mundial.
Parafraseando al maestro Luis Jaime Cisneros todo eso debería indicarnos que "nos vamos acercando a ser una nación". Sin embargo, para avanzar es urgente que nos aceptemos en nuestra propia diversidad y que apostemos por fortalecer la peruanidad como una síntesis serena, armoniosa y libre de complejos; lo cual implica la formulación estatal, pero también privada, de políticas inclusivas, democratizadoras, generadoras de ciudadanía y orientadas a superar las terribles desigualdades económicas que hoy oprimen a nuestro pueblo.
Estamos obligados, también, a enfrentarnos con todo contra quienes predican el odio, la lucha de clases e incluso la disgregación del territorio patrio. Tenemos que derrotar a esos falsos nacionalistas que creen en la patraña de la patria grande chavista, a los marxistoides que niegan la libertad de los individuos y a los chauvinistas provincianos que privilegian las diferencias regionales por sobre el destino común.
Querido lector, ¡súmese a la cruzada de convertir al Perú en un país central, que no se resigne a ser ni paria ni comparsa a nivel mundial! Y como en este nuevo año tendremos que hacer frente a las renovadas pretensiones de Chile de seguir afectando nuestra integridad marítima, pues usemos eso como punto de lanzamiento para que --sin odios, xenofobias ni traumas históricos-- mantengamos la más sólida unidad nacional y podamos contestar como corresponde: con energía, razón y apego por el derecho internacional.
En suma, el 2009 intentemos superar cualquier diferencia y demostremos que somos una nación orgullosa no solo de su pasado, sino del futuro de grandeza que le corresponde.
Por Hugo Guerra
Relajado lector, no puedo sustraerme a la tentación de formular algunos deseos para el Año Nuevo. De modo que le propongo acompañarme en imaginar algo bueno para nuestra patria, el Perú.
José Carlos Mariátegui estaba en lo correcto al decir que somos una nación en formación. Pero después de más de 4 mil años de cultura descubierta (con Caral como referencia) y de 500 años de historia registrable, debemos pasar del capítulo preliminar para consolidar un país que sea realmente único.
En el 2009 uno de los principales objetivos colectivos debería ser, precisamente, unificar de una vez por todas nuestra República para que no siga estando compuesta por varios 'perúes' que necesitan ser resumidos en uno solo, grande, poderoso y orgulloso de su identidad.
Tenemos una amplia base de partida, no somos un país inventado porque con amor y con sangre propia y ajena hemos forjado nuestra soberanía. Tenemos una posición geográfica privilegiada que nos convierte en eje de ejes del subcontinente y en centro de proyección hacia el Asia-Pacífico. Reunimos la mayor biodiversidad. Humanamente compartimos un mestizaje esencial, producido por el más profundo ayuntamiento pluriétnico, pluricultural y multilingüe. Hoy, además, tenemos el potencial suficiente para resistir mejor que muchos otros pueblos los embates de la crisis financiera mundial.
Parafraseando al maestro Luis Jaime Cisneros todo eso debería indicarnos que "nos vamos acercando a ser una nación". Sin embargo, para avanzar es urgente que nos aceptemos en nuestra propia diversidad y que apostemos por fortalecer la peruanidad como una síntesis serena, armoniosa y libre de complejos; lo cual implica la formulación estatal, pero también privada, de políticas inclusivas, democratizadoras, generadoras de ciudadanía y orientadas a superar las terribles desigualdades económicas que hoy oprimen a nuestro pueblo.
Estamos obligados, también, a enfrentarnos con todo contra quienes predican el odio, la lucha de clases e incluso la disgregación del territorio patrio. Tenemos que derrotar a esos falsos nacionalistas que creen en la patraña de la patria grande chavista, a los marxistoides que niegan la libertad de los individuos y a los chauvinistas provincianos que privilegian las diferencias regionales por sobre el destino común.
Querido lector, ¡súmese a la cruzada de convertir al Perú en un país central, que no se resigne a ser ni paria ni comparsa a nivel mundial! Y como en este nuevo año tendremos que hacer frente a las renovadas pretensiones de Chile de seguir afectando nuestra integridad marítima, pues usemos eso como punto de lanzamiento para que --sin odios, xenofobias ni traumas históricos-- mantengamos la más sólida unidad nacional y podamos contestar como corresponde: con energía, razón y apego por el derecho internacional.
En suma, el 2009 intentemos superar cualquier diferencia y demostremos que somos una nación orgullosa no solo de su pasado, sino del futuro de grandeza que le corresponde.
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