3.1.09

La gran oportunidad

NUESTRO PAÍS FRENTE A LA CRISIS

Por: Jaime de Althaus Guarderas. Periodista

En el 2009 tendremos la oportunidad de avanzar en todo lo pendiente para que, pasada la crisis internacional, podamos crecer a 9% sin crear presiones inflacionarias. Es decir, elevar lo que los economistas llaman nuestro "crecimiento potencial" en dos puntos, de 7% a 9%, logrando, de paso y por fin, una economía mucho más integrada e inclusiva, en la que todos se sientan partícipes.


Esto significa, en primer lugar, infraestructura de caminos, carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos, fuera de agua potable y electricidad, que solo pueden beneficiar, estas últimas, a los marginados.


Significa, en segundo lugar, ampliar el mercado interno aumentando sustancialmente la productividad de los campesinos pobres de la sierra y apoyando su incorporación plena al mercado. Para eso tenemos el programa Sierra Productiva, al que debe dársele de una vez por todas el impulso suficiente, así como el programa Provías Rural, que habría que redoblar. El fomento a la asociatividad en la agricultura costeña y selvática debería ayudar, así como el aseguramiento universal en salud si está bien planteado y mucha más fuerza a la reforma educativa. Y todos los programas sociales deberían reunirse en una sola autoridad real o en un fondo único que tercerice.


En tercer lugar, la provisión de crédito a las pymes, parte del programa anticrisis, debería estar vinculada con una campaña agresiva de formalización de las microempresas y pequeñas empresas, lo que requiere que el MEF reglamente la parte tributaria de la ley de mypes. Esto debería permitir un salto en productividad y en derechos a la vez.


Estas tres líneas de desarrollo consiguen, de manera simultánea, los tres objetivos que el país está buscando ahora: dinamizar la demanda interna para compensar la caída de la externa, aumentar la productividad y competitividad del país para crecer a tasas mayores de manera sostenida, y terminar con la exclusión y la pobreza históricas. La masiva construcción de viviendas, en cambio, si bien necesaria para lograr el primer objetivo, contribuye estructuralmente poco.


Para lograr esos objetivos, sin embargo, se requiere poder ejecutar con celeridad, eficiencia y calidad. Y ese es el talón de Aquiles. Esquemas de tercerización como las asociaciones público-privadas y el pago de impuestos con obras, entre otros, ayudarían mucho, si realmente se facilita su desenvolvimiento. Debe ponerse fin a la pacatería de los sueldos bajos y contratar a profesionales capaces y ejecutivos, y nombrar a un zar de la reforma del Estado para realizar lo que Verónica Zavala nunca pudo hacer.

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