El súbito y drástico cambio de Carlos Raffo.
Si hay dos partidos en el Congreso con capacidad comprobada en el dudoso arte del amago, el engaño y la componenda, estos son el Apra y el fujimorismo, los cuales poseen, además, una antigua trayectoria de mutuo antagonismo que, al final, solo es camuflaje para ocultar el elevado espíritu de cooperación que los lleva a darse la mano en los momentos más difíciles.
Tal como, para mantener invicta la racha, volvió a suceder esta semana cuando el congresista Carlos Raffo dio una de las volteretas más espectaculares y notorias de los últimos años en la política peruana, con el fin de transformarse, en poco tiempo, del acusador más duro del ex premier Jorge del Castillo, en su salvador más entusiasta.
Raffo niega cualquier pacto apro-fujimorista para explicar este misterioso rayo de luz que lo iluminó en la hora final. Pero, la verdad, es bien difícil creerle. Esto huele muy mal.
Obviamente, en política estos entusiasmos nunca son gratuitos y suelen implicar una contraparte. Favor con favor se paga, dicen, y nunca podría ser más cierto que en este caso.
¿Qué podría pedir el fujimorismo –a través de su iluminado Raffo– para este gesto tan generoso que, a última hora, saca al gobierno de un apuro complicado pues limpia, literalmente, a los ex ministros que estaban siendo investigados, y especialmente al ex premier Del Castillo?
Siempre en el terreno de la especulación, pero con algún sustento que se origina en tratar de encontrarle una explicación a la súbita transformación de Raffo, el combo que podría haber negociado el fujimorismo podría no haber sido poca cosa.
Para empezar, alguna ayudita en los procesos que el propio Raffo tiene abiertos, uno por supuestamente recibir dinero del ‘Doc’, y otro muy absurdo por ‘revelar’ información secreta. O, también, el pedido de la Corte Suprema –ya rechazado esta semana– para levantarle la inmunidad a la congresista Cecilia Chacón en una acusación por enriquecimiento ilícito.
Pero suposiciones como las anteriores pueden ser simplemente los aperitivos del menú de fondo que, sin duda, es el proceso judicial de Alberto Fujimori. Los eventuales acuerdos a los que se haya llegado se irán conociendo en los próximos meses a medida que tengan que concretarse. O cuando Palacio evalúe algún tipo de perdón para el condenado.
Paradojas de la vida: siendo Del Castillo uno de los apristas más antifujimoristas, parece haber terminado siendo el eje para un reencuentro feliz de su partido con dicho sector. Como diría Martín Adán, “hemos vuelto a la normalidad”. Aunque tal vez nunca salimos de ella.
LA REPUBLICA
Si hay dos partidos en el Congreso con capacidad comprobada en el dudoso arte del amago, el engaño y la componenda, estos son el Apra y el fujimorismo, los cuales poseen, además, una antigua trayectoria de mutuo antagonismo que, al final, solo es camuflaje para ocultar el elevado espíritu de cooperación que los lleva a darse la mano en los momentos más difíciles.
Tal como, para mantener invicta la racha, volvió a suceder esta semana cuando el congresista Carlos Raffo dio una de las volteretas más espectaculares y notorias de los últimos años en la política peruana, con el fin de transformarse, en poco tiempo, del acusador más duro del ex premier Jorge del Castillo, en su salvador más entusiasta.
Raffo niega cualquier pacto apro-fujimorista para explicar este misterioso rayo de luz que lo iluminó en la hora final. Pero, la verdad, es bien difícil creerle. Esto huele muy mal.
Obviamente, en política estos entusiasmos nunca son gratuitos y suelen implicar una contraparte. Favor con favor se paga, dicen, y nunca podría ser más cierto que en este caso.
¿Qué podría pedir el fujimorismo –a través de su iluminado Raffo– para este gesto tan generoso que, a última hora, saca al gobierno de un apuro complicado pues limpia, literalmente, a los ex ministros que estaban siendo investigados, y especialmente al ex premier Del Castillo?
Siempre en el terreno de la especulación, pero con algún sustento que se origina en tratar de encontrarle una explicación a la súbita transformación de Raffo, el combo que podría haber negociado el fujimorismo podría no haber sido poca cosa.
Para empezar, alguna ayudita en los procesos que el propio Raffo tiene abiertos, uno por supuestamente recibir dinero del ‘Doc’, y otro muy absurdo por ‘revelar’ información secreta. O, también, el pedido de la Corte Suprema –ya rechazado esta semana– para levantarle la inmunidad a la congresista Cecilia Chacón en una acusación por enriquecimiento ilícito.
Pero suposiciones como las anteriores pueden ser simplemente los aperitivos del menú de fondo que, sin duda, es el proceso judicial de Alberto Fujimori. Los eventuales acuerdos a los que se haya llegado se irán conociendo en los próximos meses a medida que tengan que concretarse. O cuando Palacio evalúe algún tipo de perdón para el condenado.
Paradojas de la vida: siendo Del Castillo uno de los apristas más antifujimoristas, parece haber terminado siendo el eje para un reencuentro feliz de su partido con dicho sector. Como diría Martín Adán, “hemos vuelto a la normalidad”. Aunque tal vez nunca salimos de ella.
LA REPUBLICA




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