21.1.09

La gran esperanza negra

Aunque no puede compararse con los mejores discursos de investidura en la historia estadounidense –Lincoln en 1861, Roosevelt en 1933, Kennedy en 1961–, el de Barack Obama, transmitió, en apenas 18 minutos y 10 segundos (aquí, en contraste, duran horas) realismo pero también esperanza.
Del realismo rescatamos “las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana”. De la esperanza, dos: “Debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y comenzar de nuevo la tarea de reconstruir el país”. Y ésta otra, que captó nuestro perceptivo colega Jorge Morelli: “Pondremos arnés al sol y al viento”.


El tiempo dirá si el 44 presidente de los Estados Unidos podrá ponerle el arnés a un país aquejado por dos guerras, una profunda crisis económica y una deteriorada imagen en el exterior. Por lo pronto, Wall Street cayó ayer cuatro puntos. Claro que más hondo han caído los progres, aquí y en todas partes, porque ya se han dado cuenta que no será el Che Guevara negro que ellos esperaban.

Y es que más allá de las frases vistosas, un análisis desapasionado del discurso de Obama permite confirmar que está determinado, pasado el calor de la campaña y ya del otro lado, no en el palco sino en el ruedo, a anteponer los intereses de Estados Unidos sobre otras consideraciones. Se parecerá pues, más a Bush que al candelejón de Jimmy Carter. Y a la izquierda esto no le gusta. Porque busca un mundo todavía más ingobernable, caótico y violento, en el que se “acentúen las contradicciones”. Y lo cierto, nos guste o no, es que en la actualidad, y aún en medio de un declive, solo Estados Unidos es capaz de poner cierto orden en el sistema internacional.

-Y entre nosotros, ¿quién pondrá orden? Han asesinado a dos policías desarmados durante un desalojo. Increíble que se los envíe a enfrentar a hordas provistas de hondas, piedras y armas de fuego equipados solo con gases lacrimógenos. Todo por seguirle el juego a los caviares de la Defensoría, a fiscales que tienen lavado el cerebro por las ONG derechohumanistas y a los analistas “políticamente correctos” que pontifican desde la prensa progre. En fin, a toda esa sarta de corazones sangrantes que le han hecho creer al gobierno que defender como se debe el Estado de Derecho es “fascismo”. A ver si Alan y Yehude se ponen los pantalones de una vez y ordenan que la Policía acuda con armas de fuego a operaciones riesgosas. Y que las usen a discreción si es necesario. ¿O es que los policías no tienen derechos humanos?

la razon

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