20.1.09

Las difíciles tareas durante las vacas flacas (II)

A Petroperú le corres-ponde el “Downstream”. Procesa hidrocarburos (petróleo) que compra en el mercado interno o importa, para comercializar sus derivados. Con esta actividad, funge como regulador de precios ex planta. Sus principales instalaciones son el ONP y la refinería de Talara; esta última fue diseñada para el crudo liviano de las épocas de La Brea y Pariñas y hoy tiene que procesar un crudo pesado –el de la selva– muy distinto al de diseño. No ha logrado su cometido fundamental: modernizar su refinería para procesar lo que tiene el Perú y emitir productos de un bajo contenido en azufre; lo último tiene plazo de ley y difícilmente podrá cumplir.

Electroperú es ahora una eficiente empresa generadora, que se las ha arreglado para alcanzar una altísima disponibilidad en la hidroeléctrica del Mantaro. Toda la transmisión quedó privatizada. En gene-ración, el norte y el centro, salvo el Mantaro; nada del sur. En distribución, sólo Lima y el Sur Medio; el norte y centro (hoy Distriluz) se privatizaron y volvieron al Estado. El Sur no se tocó. En general, ninguna de estas empresas arroja pérdidas.

Una fotografía al finalizar el año 2008 encuentra: ningún hallazgo significativo en petróleo o gas; altísimos precios de los combustibles; generación eléctrica sin reserva y transmisión eléctrica congestionada y atrasada; gasoducto congestionado; nuevo parque eléctrico predominantemente térmico; normas de calidad suspendidas en el subsector eléctrico; marco legal eléctrico remendado por marchas y contramarchas; sin planificación; retorno al diésel para la generación eléctrica en el corto plazo; el más significativo logro, Camisea, ensombrecido por la denegación de gas para nuevos proyectos. No es un balance significativamente mejor que el del año 1990.

El panorama, merece un análisis. Por la misma ruta vamos a encontrar problemas en el futuro cercano. Los resultados no permiten descartar la necesidad de que las empresas estatales tengan que invertir en el futuro, lo que implicaría distraer recursos del Estado para actividades que debiera poder realizar el sector privado. Hay que exa-minar las reglas y, en particular, las tarifas. Se necesita asegurar la generación y transmisión eléctricas, con pocos proyectos grandes, que guarden para la situación presente la escala que el Mantaro y el SICN tuvieron para su época. Se tiene que poder procesar el crudo pesado que producimos y obtener productos limpios; Petroperú tiene que llegar a precios eficientes para los combustibles, que res-pondan a eficiencia productiva, sin ampararse en la paridad de importación. Todo esto, que se debió ejecutar en los años de las vacas gordas mediante precios y condiciones razonables, se dificulta enormemente como tarea de la época de vacas flacas.

La certificación de las reservas de gas está pendiente hace varios años. Se requiere auditar las reservas y la producción del gas de Camisea, para hallar la verdadera razón para no venderlo al mercado interno. ¿Será que se teme que el mercado interno utilice la capacidad del ducto de selva de la que carece el proyecto de exportación?. El gas de Camisea tiene que usarse para el Perú. Legalmente se puede hacer amparándose en la exclusividad de transporte por el gasoducto de TGP, establecida por la cláusula 9.6 del “Contrato Boot Concesión de Transporte de Gas Natural por ductos de Camisea al City Gate”; no vaya a ser que la modifiquen.

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