1.1.09

Año 2009: Firmeza de propósito, serenidad y optimismo

Pasamos nuevamente la página y entramos a un nuevo año, usualmente una ocasión para reflexionar sobre lo avanzado y, a partir de allí, fijarnos nuevas metas como personas y como país.


El 2008 ha sido un año, en general, positivo. El Perú ha estado en la vitrina mundial, como sede y organizador de dos exitosas cumbres mundiales, lo que ha mejorado notablemente nuestra imagen internacional y las expectativas del turismo receptivo.


Asimismo, ha seguido destacando en el concierto internacional por sus sólidos índices macroeconómicos, que marcaron una envidiable tendencia de crecimiento, de más del 8%. Es más, de acuerdo a organismos financieros, estamos en buena posición para afrontar los embates de la crisis internacional.


Pero, dicho optimismo debe complementarse con buenas dosis de serenidad y realismo tanto para fijar la agenda nacional cuanto para mantener niveles óptimos de confianza. Y no solo de los empresarios, sino de los políticos y los ciudadanos de a pie.


Los temas que merecen la mayor atención son, a nuestro entender, armar un esquema integral en democracia para resistir la crisis internacional, para lo cual se ha presentado un plan que aún debe ser revisado y ejecutado, para incluir la reforma del Estado y seguir priorizando los acuerdos de comercio bilateral. También la lucha contra la pobreza, que a pesar de las cifras macroeconómicas en azul sigue afectando a millones de peruanos que no pueden salir de ese círculo vicioso de exclusión.


Luego, no se puede bajar la guardia en la lucha anticorrupción, que no es solo responsabilidad del Gobierno, sino que exige la participación comprometida de los otros poderes, principalmente del Judicial, y de la sociedad civil. Se debe pasar del discurso al ejemplo y a la exigencia de transparencia y sanción.


Tampoco puede descuidarse la seguridad ciudadana, una preocupación constante y creciente. El Ministerio del Interior ha evidenciado algunos avances, pero la ola de criminalidad es aún demasiado prevalente y peligrosa.


Todas estas acciones exigen, como telón de fondo, niveles adecuados de estabilidad política y social. La clase política, oficialista u opositora, así como las máximas autoridades de los poderes, tienen que redoblar esfuerzos para apostar por el consenso y dejar de lado agendas hiperpartidarias o confrontacionistas. Y en ello debe también contribuir la prensa independiente.


Con el mismo empuje tienen que actuar para prevenir la ocurrencia de conflictos sociales tan graves como recurrentes y evitar que algunos alcancen temperaturas explosivas. Aquí los presidentes regionales y los alcaldes del interior deben asumir su responsabilidad primaria, sin pretender endilgarle todo al Gobierno Central.


El nuevo año nos encuentra en buen pie, pero ello no puede llevarnos al conformismo. Por el contrario, hagamos el firme propósito de poner lo mejor de nosotros para, afirmando la democracia, seguir poniendo los ladrillos del desarrollo económico con inclusión, respeto a los derechos humanos y paz social.

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