10.1.09

Lo que falta descubrir

¿Quiénes eran los clientes de Business Track? La lista puede tener sorpresas y revelar, inclusive, si algunos periodistas fueron cómplices conscientes en el caso
Por Hugo Guerra


Sorprendido lector, la intervención fiscal sobre una de las empresas responsables de la ilegal interceptación de comunicaciones es vital para ir desbaratando la red de extorsionadores políticos, sociales y empresariales que ha convertido al Perú en su chacra. Queda, sin embargo, mucho por descubrir.


Con la revelación de que Business Track estaba detrás de los audios y correos electrónicos del 'petrogate' se ha puesto en evidencia lo sostenido por este diario desde el primer momento: que sí debía revelarse el escándalo de la corrupción pero también era indispensable investigar a los 'chuponeadores', porque se trata de dos delitos que atentan contra los ciudadanos y la seguridad del Estado.


Queda constancia impresa de que, mientras algunos medios solo se regodeaban con el escándalo Quimper-León (sobre el cual se informó aquí profusamente), El Comercio fue más allá, exigiendo solitariamente que el Ministerio Público se abocara a descubrir a los responsables de la violación de la privacidad de las comunicaciones.


Esa posición ética fue manipulada por quienes aprovecharon las circunstancias para lanzar ataques políticos malsanos contra esta casa editora. Y ahora, además, se ve cómo ciertos voceros de los 'chuponeadores' son los primeros en celebrar la captura para desviar la atención sobre sus propias prácticas indebidas.


Vale preguntar entonces si en realidad hubo auténtica investigación periodística o simplemente se utilizó a algunos medios como caja de resonancia de una red cuya identidad no está totalmente esclarecida. Y queda abierta la pregunta de si el verdadero objetivo fue denunciar actos de corrupción específicos, o si desde el primer momento quisieron bajarse al Gabinete Ministerial y, tal vez, hasta el gobierno.


La captura de quienes tenían montados sistemas de escucha electrónica, intrusión en equipos informáticos y eventual seguimiento ilegal de personas es, apenas, un éxito parcial. Para disipar las interrogantes anteriores y determinar si ciertos periodistas fueron cómplices conscientes del chuponeo, falta conocer quiénes y para qué colocaron las órdenes de espionaje a Business Track. Puede haber tremendas sorpresas...


Está pendiente, asimismo, deslindar los vínculos del 'chuponeo' con personal de la Marina de Guerra. Una cosa es que algunos malos elementos aprovecharan sus conocimientos técnicos para ponerlos al servicio del espionaje privado y algo muy diferente sería que la institución formara parte de un esquema subversivo. Por eso la investigación es urgente, pero cuidando que no se transite por prejuicios o intereses anticastrenses.


Nadie puede precisar, por lo demás, cuántas empresas más de 'chuponeo' existen y si operan aislada o coordinadamente.


Como en este caso hay intereses políticos varios, cuidado, porque la mafia detrás del 'chuponeo' es muy hábil y bien puede distorsionar la realidad, al punto de lanzar historias calenturientas para enfrentar a las propias instancias del Ejecutivo. Recordemos, a propósito, que algunos gatos terminan ahorcados con la lana de las madejas con las que juegan.

COMERCIO

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