Poca sangre en la cara tienen algunos en el Congreso al criticar la atinada subida reciente de sueldos públicos, cuando en octubre último hubo que juntarles remuneraciones con gastos operativos en un solo ingreso para que dejen de tirarse los segundos con facturas de pollerías, sisar sueldos a asesores, contratar domésticas como expertos y vergüenzas así. ¡Silencio, caraduras!
A temas más importantes. Hace bien García en obsesionarse por que los bancos no rompan la cadena de pagos, como en 1998. Ello no debería repetirse, porque éstos están mucho más capitalizados, ya no hay tanto banquito de juguete, no dependen tanto de líneas del exterior a corto plazo y el BCR no debería volver a ser tan estúpido de restringir la liquidez como en aquel año. El único problema es una expansión demasiado agresiva de tarjetas de crédito y préstamos de consumo en C y D, lo que la SBS debe resolver ¡ya! exigiendo que gran parte de las muy jugosas utilidades que la banca obtuvo este 2008 vaya a capitalización en lugar de dividendos.
Y no sólo no deben frenar los créditos por exceso de cautela, como advierte García. Ya llegan noticias preocupantes de que se está atorando la circulación de letras de cambio con comités centralizados que maniatan a los sectoristas. Y es de esperar que no vayan a recortar sobregiros, cartas-fianza y cartas de crédito, instrumentos básicos.
Pero todo depende ahora más del MEF y del BCR para que no se repita otro 1998. Como bien me recuerdan algunos, la fecha fatídica en que comenzó a romperse la cadena de pagos fue el 09/10/98, a las 3 p.m., cuando el extraviado ministro Baca (junto a un callado Germán Suárez del BCR) les anunció en el mismo ente emisor a todos los banqueros que los redescuentos iban a ser muy restringidos. ¡En los 45 días siguientes se fundió el motor de la economía por falta de aceite (dinero) a los bancos al frenar en seco sus préstamos ante ese torpe anuncio!
Además, el MEF había estado muy contractivo fiscalmente durante todo 1998, por miedo a que la inflación se dispare debido al fuerte fenómeno del Niño que nos asolaba (igual de miope fue Valdivieso cuando recién asumió). Ese año apenas se rozó el 1% de déficit fiscal, cuando debió gastarse fuerte en el último trimestre.
Asimismo, el BCR y el MEF pudieron salvar algunos de los banquitos (Norbank, Nuevo Mundo, Banex), como hizo el Chile ultraliberal de Pinochet en 1983. Esto sólo se intentó, y se pudo tener éxito, con el Banco Latino, pero no sé quién creyó que Richard Webb era hábil (¡hace pocos meses pedía subir 4 puntos la tasa del BCR! ¿Estaba loco?)...
Felizmente al vital Banco Wiese lo salvó el ambicioso Bertini (Banco de Lima) al convencer a sus jefes italianos del Sudameris de meterle más de US$1,000 millones al agonizante. ¡Nos ahorró una crisis sistémica! ¡Es el héroe ítalo-peruano más grande desde Bolognesi! ¡Que le pongan su nombre al Colegio Raimondi!
Todo se agravó en el verano siguiente cuando el lenguaraz Carlos Guayo Paredes, asesor principal del MEF de Joy Way, dio a entender, en otra reunión con banqueros, que al MEF no le importaba que el dólar suba fuerte. Cuentan los presentes que los asustados banqueros se iban al baño a dar órdenes por celular y se provocó una devaluación del carajo que terminó de recesar a fondo al país.
No repitamos todos esos errores.
Aldo Mariátegui
A temas más importantes. Hace bien García en obsesionarse por que los bancos no rompan la cadena de pagos, como en 1998. Ello no debería repetirse, porque éstos están mucho más capitalizados, ya no hay tanto banquito de juguete, no dependen tanto de líneas del exterior a corto plazo y el BCR no debería volver a ser tan estúpido de restringir la liquidez como en aquel año. El único problema es una expansión demasiado agresiva de tarjetas de crédito y préstamos de consumo en C y D, lo que la SBS debe resolver ¡ya! exigiendo que gran parte de las muy jugosas utilidades que la banca obtuvo este 2008 vaya a capitalización en lugar de dividendos.
Y no sólo no deben frenar los créditos por exceso de cautela, como advierte García. Ya llegan noticias preocupantes de que se está atorando la circulación de letras de cambio con comités centralizados que maniatan a los sectoristas. Y es de esperar que no vayan a recortar sobregiros, cartas-fianza y cartas de crédito, instrumentos básicos.
Pero todo depende ahora más del MEF y del BCR para que no se repita otro 1998. Como bien me recuerdan algunos, la fecha fatídica en que comenzó a romperse la cadena de pagos fue el 09/10/98, a las 3 p.m., cuando el extraviado ministro Baca (junto a un callado Germán Suárez del BCR) les anunció en el mismo ente emisor a todos los banqueros que los redescuentos iban a ser muy restringidos. ¡En los 45 días siguientes se fundió el motor de la economía por falta de aceite (dinero) a los bancos al frenar en seco sus préstamos ante ese torpe anuncio!
Además, el MEF había estado muy contractivo fiscalmente durante todo 1998, por miedo a que la inflación se dispare debido al fuerte fenómeno del Niño que nos asolaba (igual de miope fue Valdivieso cuando recién asumió). Ese año apenas se rozó el 1% de déficit fiscal, cuando debió gastarse fuerte en el último trimestre.
Asimismo, el BCR y el MEF pudieron salvar algunos de los banquitos (Norbank, Nuevo Mundo, Banex), como hizo el Chile ultraliberal de Pinochet en 1983. Esto sólo se intentó, y se pudo tener éxito, con el Banco Latino, pero no sé quién creyó que Richard Webb era hábil (¡hace pocos meses pedía subir 4 puntos la tasa del BCR! ¿Estaba loco?)...
Felizmente al vital Banco Wiese lo salvó el ambicioso Bertini (Banco de Lima) al convencer a sus jefes italianos del Sudameris de meterle más de US$1,000 millones al agonizante. ¡Nos ahorró una crisis sistémica! ¡Es el héroe ítalo-peruano más grande desde Bolognesi! ¡Que le pongan su nombre al Colegio Raimondi!
Todo se agravó en el verano siguiente cuando el lenguaraz Carlos Guayo Paredes, asesor principal del MEF de Joy Way, dio a entender, en otra reunión con banqueros, que al MEF no le importaba que el dólar suba fuerte. Cuentan los presentes que los asustados banqueros se iban al baño a dar órdenes por celular y se provocó una devaluación del carajo que terminó de recesar a fondo al país.
No repitamos todos esos errores.
Aldo Mariátegui




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