Se inician las revisiones técnicas vehiculares después de tanto tiempo y luego –al menos en lo que a la capital se refiere– de una breve y fallida participación de Lidercon y de la Municipalidad Metropolitana de Lima.
Ahora, según los nuevos dispositivos legales implementados por el Legislativo y el Ejecutivo, las revisiones serán responsabilidad y tarea exclusiva del Ministerio de Transportes y Comunicaciones MTC. Por obvia delegación, más temprano que tarde los gobiernos regionales tendrán que responsabilizarse de esta tarea, quedando así las municipalidades exentas de esta función.
En marzo del año pasado el Congreso creó por ley el Sistema Nacional de Inspecciones Técnicas Vehiculares, cuya principal tarea es certificar el buen funcionamiento de los vehículos de todo tipo y tamaño. Sin embargo, en aras de disminuir las causas de los frecuentes accidentes con el saldo de muchísimas víctimas en las carreteras, consideramos que esas inspecciones constituyen solo un pie del bípode indispensable para atacar no sólo el origen técnico de los siniestros sino también el de las “fallas humanas”. Y para encarar esto último se está avanzando muy lentamente. Nos referimos, por ejemplo, a la falta de coordinación y convicción para crear y desarrollar verdaderas escuelas certificadoras de choferes.
Ahora bien, resulta positivo que se hayan implementado las revisiones técnicas, lo cual prevendrá que unidades en mal estado sean máquinas potenciales de choque y atropello. No obstante, el factor que produce más accidentes en las pistas es la temeridad de los conductores, es la irresponsabilidad de aquel sujeto que a través de un brevete queda habilitado para manejar un vehículo. Pero la mayoría de estos son potenciales criminales a quienes la vida y propiedad ajena les importa un comino. Necesitamos pues cambiar la mentalidad “combi” que hace de nuestras calles, avenidas y carreteras un verdadero caos.
Por ello reclamamos que, en paralelo al establecimiento de los Centros de Inspección Técnica Vehicular CITV, se dé también el impulso necesario para crear en cada región del país por lo menos un instituto o academia oficial de choferes –cuyos instructores se responsabilicen ante la Justicia por cada licencia de conducir que otorguen bajo su firma– que permita que quien vaya a conducir un vehículo particular o una unidad de transporte público no apruebe así nomás los exámenes de manejo y de conocimientos, sino que esté dotado realmente de capacidad y la cultura de tránsito suficiente que lo convierta en un ciudadano responsable y consciente de que en sus manos está la vida de los demás.
Ahora, según los nuevos dispositivos legales implementados por el Legislativo y el Ejecutivo, las revisiones serán responsabilidad y tarea exclusiva del Ministerio de Transportes y Comunicaciones MTC. Por obvia delegación, más temprano que tarde los gobiernos regionales tendrán que responsabilizarse de esta tarea, quedando así las municipalidades exentas de esta función.
En marzo del año pasado el Congreso creó por ley el Sistema Nacional de Inspecciones Técnicas Vehiculares, cuya principal tarea es certificar el buen funcionamiento de los vehículos de todo tipo y tamaño. Sin embargo, en aras de disminuir las causas de los frecuentes accidentes con el saldo de muchísimas víctimas en las carreteras, consideramos que esas inspecciones constituyen solo un pie del bípode indispensable para atacar no sólo el origen técnico de los siniestros sino también el de las “fallas humanas”. Y para encarar esto último se está avanzando muy lentamente. Nos referimos, por ejemplo, a la falta de coordinación y convicción para crear y desarrollar verdaderas escuelas certificadoras de choferes.
Ahora bien, resulta positivo que se hayan implementado las revisiones técnicas, lo cual prevendrá que unidades en mal estado sean máquinas potenciales de choque y atropello. No obstante, el factor que produce más accidentes en las pistas es la temeridad de los conductores, es la irresponsabilidad de aquel sujeto que a través de un brevete queda habilitado para manejar un vehículo. Pero la mayoría de estos son potenciales criminales a quienes la vida y propiedad ajena les importa un comino. Necesitamos pues cambiar la mentalidad “combi” que hace de nuestras calles, avenidas y carreteras un verdadero caos.
Por ello reclamamos que, en paralelo al establecimiento de los Centros de Inspección Técnica Vehicular CITV, se dé también el impulso necesario para crear en cada región del país por lo menos un instituto o academia oficial de choferes –cuyos instructores se responsabilicen ante la Justicia por cada licencia de conducir que otorguen bajo su firma– que permita que quien vaya a conducir un vehículo particular o una unidad de transporte público no apruebe así nomás los exámenes de manejo y de conocimientos, sino que esté dotado realmente de capacidad y la cultura de tránsito suficiente que lo convierta en un ciudadano responsable y consciente de que en sus manos está la vida de los demás.
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