25.3.09

Alanjandro

Aunque es evidente que se tienen una mutua antipatía –y de seguro les molestará la comparación–, es innegable que Alan García cada día se parece más a su predecesor. Continuamente García está cayendo en esa tendencia tan toledana de hablar en público como si estuviera conversando con amigos, tomando un whisky en la sala de su casa y, por ende, metiendo la pata.

Asimismo, parece que también requiere un traductor, pues pese a que lo que declaró ayer fue muy claro, dice que dijo lo que no quiso decir, o no dijo lo que en realidad quería decir. Peor aún; quizás le salió el comentario del forro autoritario. En cualquier caso, ha generado, de la nada, un desestabilizador ruido político por segunda vez en menos de una semana. Con esa declaración le ha dado en la yema del gusto a los que no creen ni en el mercado, ni en la democracia, ya que se podrán rasgar las vestiduras y dudar de la transparencia del sistema, para poder cuestionar el próximo resultado electoral. Incluso con las olas que ha generado, no va a facilitar el arribo de nuevos inversionistas al país, que era el objetivo inicial del comentario, sino todo lo contrario.

Por otro lado, el cambio de mando en la Confiep era una excelente ocasión para llamar nuevamente la atención sobre la situación privilegiada de nuestra economía. Los países que crecerán este año los podemos contar con los dedos de una mano, y el nuestro será uno de ellos. Ese solo hecho debería permitirnos atraer empresas que no quieren esperar a la lenta recuperación en sus mercados para seguir expandiéndose. Para lograrlo es vital que el gobierno adopte una posición uniforme a favor de la iniciativa privada y en contra de cualquier retorno a una corriente de oscura protección. En la actualidad, cada ministro parece manejar una agenda individual y eso lo percibe claramente la inversión.

Asimismo, es fundamental seguir promoviendo proyectos con convicción, sin titubeos, especialmente aquellos vinculados a infraestructura, asegurándose de que efectivamente salgan y no queden postergados ante la primera señal de oposición. Pero lo más importante para atraer capital sería que en el país se respire serenidad. Para ello no hay duda de que haría bien el Dr. García en tranquilizarse un poco o, en todo caso, irse unos días a un spa. La manera de atraer inversión es generando confianza, no caldeando el ambiente

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