22.3.09

Informe inmoral

El informe final de la CVR no está exento de vanidad académica ni de ostentación intelectualoide. Pero esa condición es menos grave que la mala fe de sus autores, a la hora de evaluar el verdadero papel de la izquierda marxista peruana en las décadas del setenta y ochenta, pues omite hacer un juicio crítico sobre varios dirigentes políticos, muchos de los cuales hoy están reciclados en las ONG.

Vale decir, los ideólogos de la CVR no solo callaron interesadamente la descripción de la ambigüedad izquierdista frente a Sendero Luminoso o el MRTA, sino que soslayaron maliciosamente sus nombres. A aquellos cuadros con que compartieran años de experiencia política –en las cúpulas terroristas– la CVR los puso a buen recaudo y no los consignó adrede en su informe final.

Es más, a poco de hacerse público los tomos del informe de la CVR, éstos acusaron más ambiguedad, parcialidad y mala fe, pues nada justifica la utilización de las víctimas ni la manipulación de testimonios. Por ejemplo, sobrevivientes cuyos familiares cayeron a manos del genocidio senderista o emerretista, jamás fueron convocados para informar sobre el origen de su padecimiento ni del dolor padecido. Por eso se confirma cada día más que el contenido del informe final de la CVR está en entredicho. No olvidemos que los comisionados de izquierda pusieron, tendenciosamente, más énfasis en los relatos de las víctimas que fueron resultado de la acción de las fuerzas del orden, antes que en los testimonios de las víctimas de la lucha armada del terrorismo.

Por ello un museo de la memoria –impulsado bajo el esquema de gente que vivió de los fondos millonarios de la CVR– es sencillamente un pretexto para que algunos sigan pidiendo dinero del extranjero y al Estado, como aquellos S/. 200,000 que recibió Salomón Lerner de la PCM –además de ciertos donativos privados solicitados sin precisar el destino de los mismos– para hacer el monumento “El Ojo que Llora”. Así, con este tipo de obras selectivas y efectistas, las ONG zurdas quieren publicitarse mejor ante sus financistas radicados en los Estados Unidos o Europa. Para los dueños de las ONG, y para los tontos útiles que les secundan, mientras más monumentos o museos se siembren igualmente mejor, pues así se promocionan y aplican a premios internacionales o a más fama barata.

Pero el país es más grande e importante que una élite de sabihondos que habla de “derechos humanos”, “paz”, o “justicia”, cuando en realidad sus actos demuestran la doble moral que practican. No obstante, hay que reconocer que esa élite es sabia a la hora de lisonjear a quienes caen en sus redes –en especial a incautos mediáticos que se compran sus líos– mediante promociones especiales. En concreto, el informe final de la CVR no sólo queda desvirtuado por sus omisiones y orientación ideológica, sino también por la conducta de las ONG que trabajaron a lado de los comisionados de declarada filiación izquierdista.

Por último, ese documento no tiene credibilidad, cuando conocemos que una de las víctimas de Sendero Luminoso, Edmundo Camana –cuya imagen explotó mendazmente la CVR como supuesto símbolo de una guerra sucia desatada por el Estado– ha vivido un cuarto de siglo semiparalizado tras el machetazo que recibera en la cabeza de un senderista genocida y, además, sin ser asistido por los que dicen defender los dd hh y sin figurar en lista alguna de reparaciones como la de la CVR.

EDITORIAL

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