24.3.09

Panacas

Tres suelen ser las reacciones de un político cuando los medios logran pillar sus faltas: pedir perdón por el “error” creyendo que con eso es posible el borrón y cuenta nueva; seguir la estrategia de que la mejor defensa es el ataque y culpar a medio mundo de “campañas de desprestigio”; y hacer mutis, confiando en que el tiempo cura las heridas, para luego retornar a la escena como si nada.
Sobre esto reflexionábamos anoche, antes de participar en el panel del programa Pulso, por gentil invitación de su conductor Óscar Eduardo Bravo, donde el invitado fue Raúl Diez-Canseco Terry. El ex vicepresidente de la República, luego de varios años de ostracismo, ha reingresado a la política nacional a través de El Pueblo Emprende, que un par de meses atrás calificó de “organización” y ayer de “partido político” dirigido a los jóvenes emprendedores.

Diez-Canseco tiene todo el derecho de volver a la política, por supuesto. La recolección de firmas primero y las ánforas después dirán si cuenta con respaldo ciudadano o no para tentar la presidencia de la República (intención que ciertamente no descartó anoche). Pero sirva este episodio para reflexionar sobre el desprestigio, presente en todas las encuestas, que afecta a los políticos y sobre todo a los partidos, percibidos por la gente de a pie como instituciones cerradas a la sociedad, incapaces de canalizar sus pensamientos y reclamos.


Si quieren terminar con ese desprestigio, los partidos deberían emprender una reforma interna para dejar de ser percibidos como cotos cerrados de un puñado de dirigentes que lo único que hacen es fomentar un juego político poco transparente y especialmente poco ético. En las elecciones pasadas se presentaron nada menos que 28 partidos y es probable que en el 2011 la cifra sea mayor. Y ante esto, el ciudadano comienza a preguntarse cuántos de ellos están realmente a la altura de tan grande responsabilidad y si tienen estructuras que les permitan desde el poder satisfacer las demandas sociales o si ven la política como botín.

Es imperativa pues una reforma partidaria basada en la renovación, incremento y profesionalización técnica permanente de la dirigencia política y métodos transparentes de financiamiento. Mientras ello no ocurra, lamentablemente el hombre de la calle seguirá viéndolos no como servidores públicos sino como clubes de individuos ansiosos de poder, dinero y rédito político, agravando su desprestigio y debilitando la democracia con la que tanto se llenan la boca.

En pocas palabras, los partidos políticos necesitan a gritos, urgente, una refundación, para dejar de ser, como dijera alguna vez Raúl Porras Barrenechea, panacas donde reverenciaban a la momia y se peleaban entre sí.

-Nuestras condolencias a los familiares de Álvaro Ugaz y a los colegas de CPN Radio. Ojalá que esta tragedia sirva para que los congresistas, tan ansiosos de pasarle la mano al periodismo, aprueben rápidamente el proyecto remitido por la ministra de Justicia, que busca poner fin a los accidentes de tránsito. Esa es una noticia que a Álvaro le hubiera gustado cubrir. Que descanse en paz.


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LA RAZON

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