25.3.09

Muerte en las pistas

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Con la pena por la muerte de Álvaro Ugaz.

A diferencia de muchos colegas míos, no me considero un experto en transporte con la capacidad de recomendar medidas específicas para superar la falta de seguridad en las carreteras que cobra tantas muertes, de tantos peruanos, cada año. Pero creo que algo hay que hacer, ya, con el fin de detener tantas muertes que todos los días ocurren en las pistas peruanas.

En este sentido, soy un ciudadano más que, como la mayoría de peruanos, está indignado por el número creciente de personas que mueren cada día en las pistas peruanas como consecuencia de la imprudencia con la que se maneja en el país.

Y, también, por la falta de controles exigidos por las autoridades para impedir que haya tantas muertes en las carreteras peruanas como ocurre ahora, ocasionando el dolor de tantos peruanos, como, en mi caso, por la muerte de mi amigo Álvaro Ugaz, un gran periodista pero, sin duda, una mejor persona. O, también, por la muerte del bebé que quedó incrustado en el parabrisas de un conductor borracho.

Uno podría pensar que el Perú, por ser un país en desarrollo, debería tener estándares de seguridad tan atrasados que nos ponga a la zaga de la estadística de muertes en pistas.

El problema es que en el Perú las cosas son peores de lo que deberían ser. Peores, por ejemplo, que en vecinos como Ecuador, Bolivia y Chile. Es muy extraño, para solo citar un indicador, que el número de accidentes de tránsito urbanos en el Perú sea superior al de accidentes en carreteras interprovinciales.

La cuestión es que vamos de mal en peor. La Policía informa que los accidentes por exceso de velocidad aumentaron de 16 mil en 1997 a 24 mil en 2007. Claro, accidentes siempre pueden ocurrir, pero en el Perú estos han dejado de ser una sorpresa lamentable para convertirse en el paisaje cotidiano.

Ya hemos perdido la capacidad de indignarnos por todas las muertes que cada día se producen en las pistas, pero hay que recordarles a los peruanos que esto no es normal, que no tiene por qué ser así, y que este no es el caso en países con un nivel similar o incluso más bajo que el del Perú.

En el Perú tenemos indicadores de muertes en las pistas superiores a los de países con igual o menor grado de desarrollo. Esto es consecuencia, principalmente, de irregularidades del conductor. Ocho de cada diez accidentes se explican por error humano.
En el fondo, todo esto ocurre por la poca valoración de la vida que hay en el país. Las muertes en las pistas son, para muchos, una noticia más del día, cuando en realidad son un escándalo que debe parar cuanto antes.

LA REPUBLICA

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