26.3.09

¿Para dónde vamos?

Varios presidentes de países latinoamericanos han reducido el impacto que tendrá esta crisis sobre sus economías. Desde el blindaje de Alan García hasta la “olita” de Lula da Silva, pasando por la sobria preocupación de la economía chilena y la negación del efecto secante sobre Venezuela por la caída del precio del petróleo, los optimismos oficiales han quedado desmentidos.

El tsunami financiero ha puesto contra las cuerdas a economías tan poderosas como la china donde se han reducido dramáticamente los puestos de trabajo y los bienes de consumo popular. Más o menos el mismo drama vive la India. Tampoco Europa ha podido evitar el golpe de esta crisis aunque la ha repartido entre sus veintisiete componentes. Barack Obama ha reconocido que heredó un país en crisis.

La esperanza de Obama sirve mucho para el optimismo cuando se recibe de Bush una economía en desastre, pero los altísimos costos del estímulo para superar la recesión no están yendo a fortalecer el consumo de los hogares pobres sino a curar los pánicos de los banqueros y socios, y ya sabemos lo que pasa con un sistema financiero suelto en plaza: toma riesgos peligrosos, que lo digan si no el Lehman Brothers, el Merryll Lynch, el Bank of America y la principal aseguradora mundial AIG, entre muchos otros irresponsables y codiciosos, como dijo Obama.

El Premio Nobel Joseph Stiglitz aconseja: “La confianza es importante pero debe descansar en fundamentos sólidos…socializar las pérdidas y privatizar las ganancias es (peor) que la nacionalización de los bancos... no confundir salvar a banqueros y accionistas con salvar bancos… la falta de transparencia metió al sistema financiero norteamericano en este problema”. (Caretas 19-3-2009) ¿Escuchaste, Alan?

Qué tal crisis ¿no? Los pobres se empobrecen más y los ricos reciben estímulos y planes de salvataje, los liberales piden recursos públicos al Estado y las empresas privadas se declaran insolventes, la gente sencilla apostó sus ahorros para tener una casa vía el crédito bancario, pero tuvo que devolver sus casas y perder sus dineros. ¿Adónde vamos?

LA PRIMERA

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