25.3.09

L’État, c’est moi?

Aunque horas después se rectificó, lo que suele suceder últimamente con frecuencia que ya preocupa, lo cierto es que el presidente García se dejó llevar por el entusiasmo y sí dijo lo que dijo ante un grupo de empresarios: “el presidente tiene un poder, no puede hacer presidente al que él quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiere. Yo lo he demostrado”.
Ese arranque omnímodo no es el primero de los últimos tiempos y, la verdad, deja un mal sabor. Suena demasiado a El Estado soy yo, la famosa frase que se atribuye a Luis XIV, aunque los historiadores la consideran falsa. En la noche, García intentó bajarle el tono a sus declaraciones al asegurar que solo puede usar su poder a favor del modelo.


Si García se siente cual Zeus en su trono porque subió algunos puntos en las encuestas a base de un populismo rabioso que ha hecho trizas el derecho de propiedad –al legalizar las invasiones– y ha santificado el perro muerto –al condonar las deudas del Banco de Materiales– tenemos un problema, y muy serio. Ya bastante que se hayan pasado piadosamente por alto sus comentarios respecto a que el Perú es inmune a una crisis económica que sacude a todo el planeta, salpicados de abundantes invocaciones al Supremo Hacedor, que lo hacían aparecer más cual sumo sacerdote que como mandatario que insufla optimismo. Lo de ayer, francamente, ya cruzó una línea roja.

Pero asumamos, en un supremo esfuerzo de buena fe y candidez, que la aclaración nocturna es la correcta, y el presidente se refirió a la continuidad del modelo y no al hecho de que puede impedir, obviamente con malas artes, que Ollanta Humala llegue a Palacio en 2011. ¿De dónde tanta confianza? ¿La inversión puede evitar que un candidato antisistema llegue a Palacio en los próximos comicios?

La respuesta es no. La macroeconomía no se come. Para impedir que un outsider tome las riendas hace falta que el Estado funcione y llegue allí donde hay millones de compatriotas para los cuales la palabra mercado no significa absolutamente nada. Y eso pasa por un tema al que nos hemos referido varias veces en esta columna, en el que lamentablemente se ha avanzado muy poco: la reforma del Estado. A menos que en los próximos dos años García transforme al pesado elefante en ágil pantera, ni él ni nadie podrán impedir un voto crispado que puede poner en riesgo todo lo que se avanzó del ‘90 en adelante. Si lo logra, entonces podría citar con orgullo esta otra frase, que en contraposición a la cita apócrifa, fue efectivamente dicha por el Rey Sol antes de morir: “Je m’en vais, mais l’État demeurera toujours” (“Me marcho, pero el Estado siempre permanecerá”).

LA RAZON

No hay comentarios: