4.12.08

Crisis en el deporte

Es evidente la ausencia de una política de Estado para el deporte. Los programas de gobierno de los partidos políticos, tan bulliciosos en época electoral, simplemente consignan ideas sueltas –sin compromiso alguno con la cultura deportiva– que revelan su desprecio por el deporte que debería contribuir a engrandecer a la nación.

Por ende, cuando esos partidos llegan al poder aflora su falta de convicción, conocimiento y dedicación a la hora de encarar la crisis del deporte peruano, parte integral de toda política educativa.

Abona recordar que el Instituto Peruano del Deporte (IPD) es un ente adscrito al Ministerio de Educación y que, además, existe en el Legislativo una Comisión de Educación, Cultura, Deporte y Recreación, que se supone está dedicada a analizar la problemática y los proyectos vinculados a esta actividad con la visión de un todo integrado.

De otro lado, ciertos organismos multilaterales han demostrado que por cada dólar que se invierte en el deporte se ahorra siete dólares en salud. Recordemos sino el viejo aforismo: Mente sana en cuerpo sano. Es más, el fomento de la recreación y la actividad física en niños y jóvenes permite evitar que de adultos adquieran enfermedades corporales o psicológicas. Incluso promover más deporte previene y combate la drogadicción, el alcoholismo, etc. Pero muchos creen que deporte equivale a fútbol. Tremendo error. Esta es apenas una disciplina, aunque sin duda arraigada como espectáculo popular. Y es el fútbol lo que trastoca nuestra perspectiva deportiva. Porque autoridades del Estado y dirigentes de ligas y clubes deportivos pretenden centrar la atención del Estado, repetimos, solo en esa disciplina. Pero la miseria del fútbol peruano, agravada por agentes internos y factores externos como la confrontación entre la FIFA y el IPD, no puede ni debe ser caricaturizada como la crisis del deporte nacional. Esto último es mucho más grave, aunque así no lo entiendan desde políticos a educadores.

Sin embargo, analizando la coyuntura, empecemos porque las federaciones de Fútbol, vóley, vela, básquetbol, box, pesas, etc., se hunden en un mar de dificultades presupuestales. Se las ha abandonado. Y dentro de ellas la que más suena –repetimos, dada su característica de espectáculo nacional– es la del fútbol. Porque al problema financiero se suma el relajo de sus dirigentes y el despiste de las autoridades estatales, habiéndose llegado al extremo de poner en entredicho al Estado peruano con la FIFA. Aunque la raíz del problema viene de más allá. Los clubes profesionales incumplen su misión de semilleros de buenos futbolistas, evitando así apostar por un cambio radical y positivo de sus propias organizaciones anacrónicas, viciosas e inútiles. Lo mismo ocurre con las Ligas Departamentales que carecen de envergadura institucional así como de sedes, canchas de entrenamiento, apoyo técnico, personal profesionalizado, etc, para cumplir su rol.

Hoy todos enfocan la atención en la crisis del fútbol. No obstante lo grave es que todas las disciplinas deportivas atraviesan por situaciones iguales o peores. Es prioritario que el gobierno y la oposición se aboquen a solucionar la crisis integral del deporte nacional.

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