4.3.09

El ‘plan B’ del fujimorismo

Por Augusto Álvarez Rodrich.
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La dureza exhibida ayer contra Alejandro Toledo por la usualmente prudente Keiko Fujimori, es un adelanto de la reacción que prepara el fujimorismo para el momento inminente en el que su padre sea condenado por violación de derechos humanos.

Lo que Toledo dijo –y produjo la rabia de la congresista– fue que un eventual indulto a Alberto Fujimori indignaría al Perú y al mundo entero porque significaría la consagración de la impunidad, además de crearle un gran problema al país.

En su respuesta, Keiko Fujimori rompió la habitual tranquilidad que exhibe, se apropió del trabajo sucio que normalmente le encargan a Carlos Raffo, y se le fue con todo al ex presidente: “Ahora no venga a hacerse la víctima. No sea cobarde, señor Toledo, afronte sus investigaciones, usted y su mujer”.

A pesar de que Toledo no había querido pronunciarse sobre el juicio “porque está en manos del Poder Judicial”, Keiko señaló que el ex presidente “trata de influenciar políticamente en el Tribunal (..) y se está sumando al juicio mediático”.

¿Qué influencia puede tener hoy Toledo en el Poder Judicial? Ninguna. Por el contrario, los que sí tienen peso y gravitación en ese ámbito son los apristas, aquéllos con los que el fujimorismo ya tiene una larga historia de coincidencias cruciales.

La congresista Fujmori culminó su intervención diciendo que “mi padre es inocente y no cabe otro resultado que la absolución”. Es una afirmación que, siendo muy diferente de la sentencia condenatoria que ocurrirá dentro de un par de semanas, servirá para que su próxima campaña electoral tenga un eslogan previsible: ‘vota por Keiko para liberar a Alberto”. El objetivo es crear las condiciones para que la hija indulte al padre.

El problema, sin embargo, es que Keiko no la tiene fácil en la próxima elección porque el porcentaje de los que rechazan a su padre se aproxima a dos tercios de la población. El único escenario que podría favorecerla es si la segunda vuelta la enfrenta con Ollanta Humala, un panorama en el que muchos tendrían dificultad para saber quién es el ‘mal menor’.

Entonces, el ‘plan B’ del fujimorismo sería trabajar las condiciones y pactos que permitan que sea otro jefe de Estado el que otorgue el indulto. Y esto lo podría alcanzar con el presidente que se va (Alan García) o con el que venga si le endosa votos suficientes para ponerlo en Palacio de Gobierno a cambio de la libertad de Alberto Fujimori.

El objetivo del fujimorismo, ahora que es obvio que perderá el juicio, será crear las condiciones para ‘ganar el partido en mesa’. Y es muy claro que Toledo tiene razón en que esto sería sumamente indignante para el Perú y para el mundo.

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