20.3.09

El club de los ex

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Para no desaprovechar la experiencia acumulada.

En un país como el nuestro, con poca vocación por el consenso y gran entusiasmo por la discrepancia, ayer fue un día excepcional porque se logró una sólida e inusual unidad en un tema capital como la posición del Perú en el diferendo limítrofe marítimo que resolverá la Corte Internacional de La Haya.

El día no pudo empezar mejor. Luego de las intervenciones del canciller José Antonio García Belaunde y del agente peruano en el proceso contencioso, el embajador Allan Wagner, se presentaron en RPP seis ex ministros de Relaciones Exteriores –Javier Pérez de Cuéllar, Luis Marchand, José de la Puente, Manuel Rodríguez Cuadros, Eduardo Ferrero y Diego García Sayán– para coincidir en la solidez de la posición peruana y en el respaldo a lo hecho por el gobierno, lo cual redondea gestiones efectuadas desde hace muchos años.

Es importante esta unidad en un asunto de Estado como el diferendo limítrofe con Chile. Esto no quiere decir, sin embargo, como se comentó ayer en este espacio, que sea necesaria ni deseable una coincidencia monocorde en todo.

El Perú –aunque a algunos les cueste darse cuenta– es una democracia. No es un cuartel, una empresa, o un periódico, cuya naturaleza de su actividad impide un ejercicio democrático para tomar decisiones. Pero una nación sí necesita consensos sociales básicos con el fin de no paralizarse por la discrepancia y poder avanzar en sus asuntos decisivos.

En este sentido, la reciente confluencia de intenciones de varios ex cancilleres constituye una experiencia valiosa que en algunos sectores, en ciertas circunstancias, puede ayudar a mejorar la calidad de las políticas públicas y a que su aplicación sea consistente a lo largo del tiempo, lo cual fortalecería su transformación en políticas de Estado que superen a más de un período presidencial.

La búsqueda de consensos y hasta la identificación de discrepancias, que sería muy útil para el país, debería poderse encauzar dentro de mecanismos institucionales que, por ejemplo, propicien la participación de los ex ocupantes de un cargo público relevante con el fin de darle consejo no vinculante al que lo ejerce en un momento. El ‘club de los ex’ podría ser, en este sentido, un instrumento para no perder la experiencia acumulada en la solución de los problemas nacionales.

Esto necesitaría un cambio de actitud en la política peruana: en el gobierno, en la mezquindad que a veces exhibe en algunas convocatorias, mostrando disposición a solo invitar al que coincide con sus ideas; y en la oposición, que con frecuencia muestra una intención caníbal con el gobierno. Eso le haría mucho bien al país.

LA REPUBLICA

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