16.3.09

Luis Silencietri Rojas

Según los últimos titulares de la avenida mía, Luis Giampietri predica más mudo que el tocayo Castañeda. Ha pasado del tartamudeo marisquero al gol en contra de local. Se alucina boca educada de cine, ráfaga mental de su culpa confundida en el mar inmenso de sus latidos que son miles de rostros que quieren salir de su adentro amurallado de El Frontón. No es el silencio de los poetas; es un sailens very teatro de marionetas cuando roncan sus artistas. Tampoco es uno de meditación trascendental porque teme un choque y fuga con algún desatado íncubo en el letargo. Traducción: Yampietri es de wikileaks pero quizá usa las cuerdas vocales del cibernauta al abrir Cholotube, o sea diente-labio-diente ahogando la palabra bailarina aérea. La avalancha de imágenes silentes no es suficiente para diagnosticar su ‘calidad’ de retirada declarativa: Mudanza del primer barrio viendo a la primera chica desde el fondo del camión; tácita sombra de sangre -chúpate ese limón con mi figura-; pánico ante el espejo de banda presidencial; estrategias de la corbata henchida; página en blanco coyuntural; nudo de lengua o escorbuto pirotécnico; celular ‘trampolín’ recostado al lado del jaboncillo; paraplejia testimonial; paracaídas traicionero; malabarista en el vacío; skater cabeceando el ladrillo; el lobo quebrando el pescuezo del cisne; atraco de bolo alimenticio -arroz con ‘pato’-. Ser vicepresidente es una ranchera de las buenas. Sucede que Yampi detesta a ese callado sabio, y el otro suyo, el del idiota, también; una caja dentro de una caja y etcétera, mismo adorno ruso. Su mute mediático es un ensayo a gritos de museo memorioso personalísimo.

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