7.3.09

¡Otra vez la intolerable y dañina demagogia congresal!

Nuevamente debemos criticar con severidad los exabruptos de algunos congresistas que, de modo absurdo e irresponsable, no terminan de entender la naturaleza de su cargo ni la trascendencia de la institución a la que pertenecen.

Así, por un lado, el presidente del Congreso, Javier Velásquez Quesquén, y connotados dirigentes del aprismo se reunieron esta semana, en el recinto parlamentario, con controvertidos personajes de su partidos que enfrentan serias denuncias penales por invasión y usurpación de tierras.

Lo agravante es que dicho encuentro se produzca pocos días después de que se aprobara la polémica Ley 29320, precisamente contra viento y marea, para formalizar la expropiación de terrenos, lo que da pie a la suspicacia.

¿Se trata acaso de una visita de agradecimiento por una ley con nombre propio, elaborada y promulgada para favorecer a un correligionario y otros allegados? En lo formal, resulta asimismo un despropósito que el recinto parlamentario sea utilizado para recibir a personajes tan cuestionables y con antecedentes penales, lo que afecta la majestad de la institución congresal.

Pareciera entonces que siguen vigentes prácticas que creíamos del pasado, cuando se maquinaban leyes no para servir al interés nacional, sino a oscuras agendas personales o grupales, aunque para ello se tenga que pisotear la Carta Magna, que protege el derecho fundamental a la propiedad.

Lo peor de todo es que no se trata de hechos aislados. Mientras el titular del Legislativo atendía esta reunión, los miembros de la Comisión de la Mujer no tuvieron mejor idea que homenajear a la controvertida conductora de televisión Magaly Medina, lo cual es un gesto puramente demagógico y mediático para congraciarse con las masas.

La celebración del Día de la Mujer no puede basarse simplemente en cuestiones de popularidad o atracción mediática, sino que clama por ejemplos de mujeres con valores que destacan en múltiples ámbitos laborales, académicos o familiares, y cuyas trayectorias puedan inspirar a las nuevas generaciones. No es el caso de Medina, quien purgó prisión recientemente por ejercer un tipo de periodismo que abusa del derecho a la información y la privacidad, y cuya situación legal es aún incierta.

Tal parece que a muchos congresistas no les importa que el Poder Legislativo cuente con una bajísima aprobación ciudadana, cercana al 15%, ni entendieran lo peligroso que esto encierra para la institucionalidad democrática.

Por lo mismo, es urgente un deslinde al más alto nivel de las bancadas y los partidos políticos para explicar qué está pasando, tomar medidas rectificatorias y evitar que se repitan en el futuro exabruptos como los mencionados.

Lo que la ciudadanía exige de sus congresistas es responsabilidad política para aprobar las leyes que necesitamos y fiscalizar objetivamente la cosa pública, pero también reclama urgentes gestos de altura, desprendimiento y compromiso ético.

EL COMERCIO

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