8.3.09

Perú-Chile: una relación que exige cautela y moderación

Oportunamente y con buen tino, el presidente Alan García y el canciller José Antonio García Belaunde han reiterado la pauta de lo que debe seguir siendo la política exterior peruana en las relaciones con nuestro vecino del sur, basada principalmente en moderación, cautela y realismo.

Es lo que corresponde ante las impertinentes expresiones del canciller chileno, Alejandro Foxley, quien con insolencia llegó a decir que algunos políticos peruanos viven anclados en el siglo antepasado. Aparentemente, lo que este descomedido diplomático buscaba era provocar y aumentar la tensión bilateral, como quisiera un sector radical del gobierno sureño, lo cual sería usado posteriormente como un pretexto para abandonar la negociación limítrofe ante la Corte de La Haya, donde antes del 20 de este mes el Perú presentará la memoria del diferendo con los argumentos jurídicos convincentes.

Pese a estas estratagemas, no podemos caer en la trampa de los extremismos que pretenden mantener el estatus de indefinición, enfrentamiento y desconfianza en el sur. Como hemos señalado reiteradamente, la relación Perú-Chile es históricamente compleja, pero llamada a la cooperación y la integración en todo sentido, como lo evidencian las cifras actuales de intercambio comercial que superan los 3 mil millones de dólares.

Sin embargo, es también innegable que persisten asuntos problemáticos que debieran resolverse por cuerda separada, como, por ejemplo, el diferendo por los límites marítimos. La demanda ante La Haya fue la opción que propuso y desarrolla exitosamente nuestra cancillería, para lo cual nombró como agente especial a una personalidad tan destacada como el ex canciller Allan Wagner.

En tal contexto único, civilizado y pacífico, lo más razonable para ambos países es esperar el pronunciamiento de dicho tribunal y, cuando se dé, acatarlo sin cuestionamientos. Pero, mientras tanto, no podemos vivir pendientes de ello, sino que debemos seguir potenciando los aspectos positivos de la relación bilateral con inteligencia, optimismo y equidad. El Acuerdo de Complementación Económica con Chile, que viene del gobierno anterior, es una manera de avanzar, aunque siempre habrá lugar para correcciones y mejoras.

En cambio, lo que no se puede hacer, ni allá ni acá, es manipular el tema bilateral con fines politiqueros, y menos aun pretender exacerbar sentimientos primarios para dicho avieso fin. Hay, sobre todo en Chile, sectores irresponsables y extremistas que se nutren del enfrentamiento y la polarización, con lo que finalmente terminan haciéndole el juego al armamentismo y ahondando la pobreza y el atraso de millones de compatriotas.

No podemos caer en ese juego tan irracional. El interés nacional y la razón deben prevalecer, para lo cual tenemos que insistir en la política de compartimentación; es decir el diálogo y la negociación franca para asuntos comerciales, sociales y de integración económica y comercial, mientras por otro lado reservamos para el sistema del dos más dos y a Corte de La Haya asuntos intrínsecamente complejos como la relación militar y la solución del diferendo marítimo.
el COMERCIO

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