1.3.09

¿Qué es un caviar?

Los caviares son izquierdistas de salón que viven de la injusticia que dicen combatir. Han hecho de los derechos humanos y la defensa del medio ambiente un negocio, a través de ONG’s financiadas por incautos estadounidenses y europeos. Los derechos humanos les sirven de pretexto para perseguir y satanizar a los militares que vencieron la subversión y a defender a los terroristas y la ecología para sabotear la inversión extranjera, en especial la minera y petrolera.
Los caviares hablan en nombre de la “sociedad civil” pero cuando se presentan a elecciones nunca obtienen más del 0,5 por ciento de los votos. Por eso hacen política a través de su poderoso aparato mediático y sus organizaciones no gubernamentales, verdaderos lobbies a través de los cuales presionan a los gobiernos para conseguir asesorías, consultorías, y si es posible carteras ministeriales.

Los caviares son “progresistas”. Eso significa que pretenden inculcar un pesimismo constitutivo en el alma nacional y convencernos que la religión, la autoridad, la familia, la jerarquía, la moralidad, el patriotismo, la tradición, la lealtad y la economía de mercado son aberraciones conceptuales.


Los caviares son totalitarios. Cualquiera que se atreva a disentir de sus consignas “políticamente correctas” es tachado de reaccionario, fanático, fascista o “fujimontesinista”.

Los caviares viven en las zonas más prósperas de Lima, manejan costosas 4x4, tienen casas de veraneo en “Eisha” y hacen sus congresos partidarios en clubes de jazz. Pero pontifican sobre la pobreza, que según ellos desaparecería si hubiera una “justa redistribución de la riqueza” (la de otros, por supuesto, no la de ellos). Son igualócratas compulsivos y pobretólogos profesionales que propugnan la masiva intervención del Estado en asuntos privados. A eso lo llaman “Estado de bienestar”.

Volvemos a citar a Pablo Molina, un conocido de nuestros lectores: “Nuestro sistema de vida no es atacado por este ejército de zombis morales por sus defectos (que los tiene como toda obra humana), sino precisamente por sus virtudes. La motivación real de los que controlan nuestra cultura no es su amor por la ‘liberación del tercer mundo oprimido’, sino su odio visceral hacia el sistema de vida occidental capitalista. Su mediocridad les impide admitir que el éxito de los demás se debe a su superior talento o disciplina; por tanto insisten con empeño en que toda fortuna es fruto del robo y, por extensión, que la riqueza de los países prósperos procede de la explotación injusta de las zonas míseras del planeta. Por eso siguen repitiendo que los que defienden la libertad civil y la propiedad privada son peligrosos egoístas totalitarios, mientras que los apóstoles de mayores controles estatales o los que se declaran fascinados por el régimen castrista (o chavista) son los auténticos adalides de la libertad y el progreso”.

En suma, los caviares son hipócritas... y altamente peligrosos.

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