20.3.09

Autocontrol ciudadano

LA INTIMIDAD Y LAS TELECOMUNICACIONES

Por: Beatriz Boza

¿Sabía que en el 2000 había 1,3 millones de líneas de celulares y que ahora existen 20 millones? ¿Sabía que el 88% de las líneas telefónicas en servicio en el ámbito nacional son móviles? Hoy, hay 64 líneas por cada 100 peruanos y en Lima, Tacna y Arequipa ya habría más de una línea por persona.

Las telecomunicaciones facilitan el comercio, la integración familiar y el auxilio en casos de emergencias, pero también nos plantean nuevos desafíos que ponen a prueba los límites entre lo público y lo privado. El “chuponeo” evidencia que a mayor conectividad, mayor riesgo de inseguridad. El incidente de las mujeres policías plantea cómo la intimidad puede ser usada en la luz pública con consecuencias laborales serias. Pero el desafío que nos plantean las telecomunicaciones no solo reside en la esfera pública sino también en la privada. El celular, el blackberry e Internet inalámbrico permiten conectividad en tiempo real sin que importen las distancias.

El hecho de ser ubicables en cualquier momento requiere también una nueva etiqueta social para el uso del celular. ¿Estar siempre disponibles significa que podemos contestar el teléfono en el cine, la combi, una reunión o en medio de una ceremonia religiosa? ¿Cualquiera puede llamar al celular o solo debe usarlo un conocido? ¿Podemos llamar en cualquier momento o debe haber horas restringidas? En los hechos, a falta de un acuerdo social sobre estos temas, la respuesta de muchos es tener más de un celular, uno “público” y otro “privado”, con lo que se convierte en símbolo de estatus portar una colección de celulares, desconociendo el costo medio ambiental que significa en términos de recarga de energía, baterías y equipos.

Es necesaria la regulación estatal para evitar el “spam”, por ejemplo, y el abuso de la intimidad. También se requiere la autorregulación de las empresas para controlar sus estrategias de telemárketing y evitar así atosigar al público con mensajes SMS, llamadas a celular o publicidad telefónica. Pero mucho más necesario es el autocontrol ciudadano: pensar no solo en lo que nos conviene a cada uno sino en los demás. Eso que algunos llaman etiqueta social, modales o decoro no es otra cosa que una muestra de educación y consideración por el otro, condiciones mínimas para vivir en sociedad. Antes de que sea necesario que la autoridad castigue y penalice el uso de celulares en el cine y otros lugares públicos, es imperativo regularnos nosotros mismos.

EL COMERCIO

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