Por: Hugo Guerra
Querido lector, por favor préstele especial atención a las denuncias sobre el galopante antisemitismo que está presentándose en Venezuela, porque la lucha contra todo tipo de discriminación debe comprometernos a todos en América Latina.
Los hechos son graves. Hace dos días se lanzó una granada contra un centro comunitario judío. En enero fue profanada una sinagoga y robaron la base de datos de la comunidad judía venezolana. Poco antes un rabino fue perseguido en Caracas por desconocidos que gritaban “judío venimos por ti”. Además cada tanto chavistas irrumpen en sinagogas y comercios de judíos para pintar esvásticas e insultos.
Un caso patético es el del chavista Emilio Silva, quien en el portal oficialista “Aporrea” publicó un artículo en el que tildó de “escuálidos” a los judíos (término con el que Chávez se refiere a la oposición), exhortando a “emplazar públicamente a todo judío que se encuentre en cualquier calle, centro comercial, plaza, etc., a que tome posición, vociferándole consignas a favor de Palestina y en contra del estado-aborto de Israel”. También propuso que se realicen protestas frente a sinagogas, un boicot de negocios judíos, el cierre de escuelas judías y una campaña nacional para “denunciar públicamente con nombre y apellido a los integrantes de grupos judíos de poder con presencia en Venezuela”.
Documentos chavistas califican a los judíos como “animales apátridas” y enemigos de la “Palestina Árabe Santa”. Además, coincidiendo con la renovada corriente internacional que niega el Holocausto, sostienen: “No existe aún, ni existirá jamás ningún documento ni resto físico o químico que demuestre la existencia de las “fábricas de la muerte” tal como se ven en las películas de Hollywood (...) Así que, compatriotas venezolanos, esa tan predicada “maldad humana absoluta”, inventada por los fascistas estadounidenses para definir una etapa de la historia de Europa, y en especial de Alemania, definitivamente no existe (...) Los revolucionarios debemos acabar con las piedras de una Intifada Final a esos despreciables oligarcas judíos animales, desterrando a los apátridas del chavismo, que tanto quieren acabar con nuestra expresión del socialismo del siglo XXI”.
Chávez dice no ser antisemita, inclusive se ha reunido con líderes comunitarios judíos, pero ha roto relaciones diplomáticas con Israel, apoya el terrorismo del grupo Hamas y suscribe las posiciones genocidas de Irán (su nuevo gran aliado) contra los israelíes. Por ello el Centro Wiesenthal, junto al Consejo Judío Latinoamericano lo denuncian por antisemitismo.
En consecuencia, si en Venezuela había unos 22.000 judíos al llegar Chávez al poder en febrero de 1999, ese número se ha reducido en la actualidad a 12.000. Por eso los hermanos semitas de Venezuela necesitan urgentemente nuestra solidaridad. Así, los peruanos, judíos o gentiles, debemos hacernos presentes tanto de manera privada, como a través de nuestra cancillería, recordando la posición que nos distingue en contra de la discriminación y el racismo y en pro del justo derecho a la patria hebrea.
Querido lector, por favor préstele especial atención a las denuncias sobre el galopante antisemitismo que está presentándose en Venezuela, porque la lucha contra todo tipo de discriminación debe comprometernos a todos en América Latina.
Los hechos son graves. Hace dos días se lanzó una granada contra un centro comunitario judío. En enero fue profanada una sinagoga y robaron la base de datos de la comunidad judía venezolana. Poco antes un rabino fue perseguido en Caracas por desconocidos que gritaban “judío venimos por ti”. Además cada tanto chavistas irrumpen en sinagogas y comercios de judíos para pintar esvásticas e insultos.
Un caso patético es el del chavista Emilio Silva, quien en el portal oficialista “Aporrea” publicó un artículo en el que tildó de “escuálidos” a los judíos (término con el que Chávez se refiere a la oposición), exhortando a “emplazar públicamente a todo judío que se encuentre en cualquier calle, centro comercial, plaza, etc., a que tome posición, vociferándole consignas a favor de Palestina y en contra del estado-aborto de Israel”. También propuso que se realicen protestas frente a sinagogas, un boicot de negocios judíos, el cierre de escuelas judías y una campaña nacional para “denunciar públicamente con nombre y apellido a los integrantes de grupos judíos de poder con presencia en Venezuela”.
Documentos chavistas califican a los judíos como “animales apátridas” y enemigos de la “Palestina Árabe Santa”. Además, coincidiendo con la renovada corriente internacional que niega el Holocausto, sostienen: “No existe aún, ni existirá jamás ningún documento ni resto físico o químico que demuestre la existencia de las “fábricas de la muerte” tal como se ven en las películas de Hollywood (...) Así que, compatriotas venezolanos, esa tan predicada “maldad humana absoluta”, inventada por los fascistas estadounidenses para definir una etapa de la historia de Europa, y en especial de Alemania, definitivamente no existe (...) Los revolucionarios debemos acabar con las piedras de una Intifada Final a esos despreciables oligarcas judíos animales, desterrando a los apátridas del chavismo, que tanto quieren acabar con nuestra expresión del socialismo del siglo XXI”.
Chávez dice no ser antisemita, inclusive se ha reunido con líderes comunitarios judíos, pero ha roto relaciones diplomáticas con Israel, apoya el terrorismo del grupo Hamas y suscribe las posiciones genocidas de Irán (su nuevo gran aliado) contra los israelíes. Por ello el Centro Wiesenthal, junto al Consejo Judío Latinoamericano lo denuncian por antisemitismo.
En consecuencia, si en Venezuela había unos 22.000 judíos al llegar Chávez al poder en febrero de 1999, ese número se ha reducido en la actualidad a 12.000. Por eso los hermanos semitas de Venezuela necesitan urgentemente nuestra solidaridad. Así, los peruanos, judíos o gentiles, debemos hacernos presentes tanto de manera privada, como a través de nuestra cancillería, recordando la posición que nos distingue en contra de la discriminación y el racismo y en pro del justo derecho a la patria hebrea.
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