La noticia del día, sin duda, es que ciertos medios han descubierto de repente que Keiko Fujimori existe. Titular de primera plana ayer (mencionada antes que Castañeda, y no precisamente por un gesto de cortesía del tipo “las damas primero”). Entrevista hoy en una radio de alcance nacional en horario estelar. Y tal parece que portada el próximo jueves en un semanario. Se trata de medios con un olfato especial respecto a los aromas políticos, históricamente hábiles en detectar la dirección en que soplarán los vientos electorales, para así redefinir con anticipación líneas editoriales y no ser acusados de treparse al carro a último minuto. De modo que, si nos guiamos por sus aciertos y reacomodos anteriores, todo indicaría que la congresista con la mayor votación de la historia llegará a Palacio en el 2011.
Y aunque esa es la noticia del día, el tema de fondo es otro: los resultados de la última encuesta nacional de Apoyo respecto a Alberto Fujimori. Cuando faltan pocas semanas para que se dicte sentencia en el “megajuicio”, el sondeo arroja que la mayor parte de la población cree que el ex presidente tuvo participación activa en los hechos por los que está siendo juzgado. Pero –oído a la música, como dice El Veco– solo tres de cada diez peruanos opina que debería recibir una larga condena; cuatro de cada diez se inclina por una condena reducida; y dos de cada diez por declararlo inocente.
Y eso corrobora lo que de manera solitaria hemos machacado por años en esta columna, para disgusto de la progresía y sus plumíferos mediáticos: la mayoría de la población considera que los daños colaterales en la lucha antiterrorista fueron un precio aceptable con tal de pacificar el país. Entiende que demandó lo que fuera necesario para ganarla, incluyendo operaciones especiales cuyos responsables, al actuar en defensa de la Nación, no deberían ser tratados como criminales.
Ahora, habrá que ver si el tribunal que juzga a Fujimori tendrá el coraje suficiente para dictar una sentencia justa, que no es otra que absolver al ex presidente que nos libró de la lacra terrorista, sin lo cual hubiera sido imposible el despegue económico del Perú. Pruebas en su contra no hay, a menos que se considere como tales “tenía que saber”.
Pero este es un juicio político. ¿Serán capaces los magistrados de enfrentarse a la alianza de odios que pretende ver entre rejas a su bestia negra hasta el fin de sus días? (Nos referimos por supuesto a las ONG’s derechohumanistas, a los caviares y marxistas jurásicos, a los fujimoristas reciclados que pretenden borrar su pasado, y a parte del establishment que aún no digiere que un hijo de inmigrantes japoneses nos haya gobernado). En poco tiempo sabremos si el tribunal prefiere la Historia a la quincena. Como fuere, una cosa es cierta: el pueblo ya absolvió a Fujimori.
Y aunque esa es la noticia del día, el tema de fondo es otro: los resultados de la última encuesta nacional de Apoyo respecto a Alberto Fujimori. Cuando faltan pocas semanas para que se dicte sentencia en el “megajuicio”, el sondeo arroja que la mayor parte de la población cree que el ex presidente tuvo participación activa en los hechos por los que está siendo juzgado. Pero –oído a la música, como dice El Veco– solo tres de cada diez peruanos opina que debería recibir una larga condena; cuatro de cada diez se inclina por una condena reducida; y dos de cada diez por declararlo inocente.
Y eso corrobora lo que de manera solitaria hemos machacado por años en esta columna, para disgusto de la progresía y sus plumíferos mediáticos: la mayoría de la población considera que los daños colaterales en la lucha antiterrorista fueron un precio aceptable con tal de pacificar el país. Entiende que demandó lo que fuera necesario para ganarla, incluyendo operaciones especiales cuyos responsables, al actuar en defensa de la Nación, no deberían ser tratados como criminales.
Ahora, habrá que ver si el tribunal que juzga a Fujimori tendrá el coraje suficiente para dictar una sentencia justa, que no es otra que absolver al ex presidente que nos libró de la lacra terrorista, sin lo cual hubiera sido imposible el despegue económico del Perú. Pruebas en su contra no hay, a menos que se considere como tales “tenía que saber”.
Pero este es un juicio político. ¿Serán capaces los magistrados de enfrentarse a la alianza de odios que pretende ver entre rejas a su bestia negra hasta el fin de sus días? (Nos referimos por supuesto a las ONG’s derechohumanistas, a los caviares y marxistas jurásicos, a los fujimoristas reciclados que pretenden borrar su pasado, y a parte del establishment que aún no digiere que un hijo de inmigrantes japoneses nos haya gobernado). En poco tiempo sabremos si el tribunal prefiere la Historia a la quincena. Como fuere, una cosa es cierta: el pueblo ya absolvió a Fujimori.
LA RAZON
No hay comentarios:
Publicar un comentario