3.3.09

General Donayre: No permitiremos altanerías ni complejos de superioridad

Afirma que el Perú derrotará a Chile a partir de la emulación económica

El diario chileno El Mercurio publicó ayer una entrevista al ex comandante general del Ejército, Edwin Donayre. En ella el general en retiro deja clara su posición frente a la prepotencia chilena y su desmedido afán armamentista, tras explicar a los cuestionamientos por el video difundido en un portal de internet y que provocó una sobredimensionada reacción del gobierno de ese país. Sin embargo, la entrevista fue mutilada por el diario mapochino, según denuncia el portal Connuestroperu.com. A continuación publicamos la versión completa de la entrevista que publica el referido portal.
- ¿Cómo fueron sus días después de dejar el cargo de Comandante General del Ejército del Perú?

Los días posteriores a mi salida de la Comandancia General del Ejército fueron gratificantes porque recién tuve una idea clara o precisa del aprecio y afecto de mis soldados y también del pueblo peruano. Me di cuenta que ello era resultado de la política implementada de acercamiento directo de puertas abiertas del Ejército a la población a través del apoyo social, participación en actividades costumbristas, religiosas, folcloristas, trabajo cotidiano etc.

Durante ese tiempo recibí muestras de apoyo de muchos hombres de uniforme y también de instituciones ediles, patrióticas, regionales, gremios laborales, sindicatos, entre otros que, a contracorriente de la campaña desatada en mi contra, me cursaron invitaciones de reconocimiento del más diverso tipo, en el entendido que es una muestra de gratitud a todos los miembros del Ejército, así como fueron también días dedicados al estudio de temas centrales que aquejan al Perú.

- Cuéntenos un poco de usted. ¿Cómo así surgió su vocación militar? ¿Es una tradición familiar?

No hay una tradición familiar. Mi amorosa madre fue una maestra que me inculcó la disciplina alemana –pues tiene esa descendencia- y la chispa italiana, porque también corre por sus venas sangre peninsular y romana. Mi padre era un productor agrario que tenía sus propiedades hacendarias en Ayacucho, la tierra del general Andrés Avelino Cáceres. Era un hombre conservador, austero y justo. Ese clima familiar me ayudó a esforzarme a ser un buen alumno que me permitió ocupar el primer puesto en los cinco años de la secundaria en mi tierra natal, Ayacucho. Como procedía, además, de un hogar muy católico, se me vino una súbita vocación confesional, por lo que estuve dos años de seminarista. Luego ingresé a la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, al programa de Ingeniería Química, donde estuve un tiempo similar. Eran años de gestación de la violencia terrorista por lo que el clima universitario y académico era irrespirable. Hasta que la tradición de guerreros ancestrales de los chankas, pokras, incas y breñeros de mi pueblo, que jugó un rol protagónico en la historia del Perú y América del Sur, me llevó a la Escuela Militar de Chorrillos, alma mater del Ejército peruano.

- ¿Cómo han sido sus días después del video que se difundió y cuyo contenido afectó las relaciones entre Perú y Chile? ¿Cómo se ha sentido?

Antes quiero hacer un paréntesis. He aceptado esta entrevista para El Mercurio porque sé que es un diario serio, más allá de nuestras discrepancias históricas y del momento. Y le he aceptado a usted, señor periodista, en circunstancias que no estoy dando entrevistas, porque sé de su calidad profesional desde que fuera un cronista destacado en el Congreso de la República del Perú. Dicho esto voy a ser sincero con el público de El Mercurio sobre el vídeo colgado en YouTube, sin ánimo de abrir heridas, creo ya cicatrizadas, que pudo producir un comentario en una reunión privada, íntima si cabe el término y en un ambiente informal y coloquial, es decir nada oficial. Sucedió en Arequipa, con mis paisanos ayacuchanos allí afincados, algunos contadores públicos, es decir no era una reunión castrense sino de puro paisanaje.

Pues bien, yo preguntaría a los militares de cualquier país, sobre todo de Chile, Ecuador y Argentina, ¿cuál sería su respuesta ante la interrogante de un hipotético caso de ser agredido o invadido su país?

En principio, debemos asumir que cada hombre responde desde su perfil profesional. Ante tal escenario, un diplomático, por ejemplo, dirá que se vería obligado a desplegar todos los esfuerzos en su campo para contener un eventual ataque; un sacerdote implorará ante Dios y moverá cielo y tierra en el Vaticano para evitar toda confrontación con tal de salvar vidas y almas… Pregunto, ¿cuál sería la respuesta, sin ir muy lejos, de un militar chileno en un escenario similar donde el agresor hipotético fuera el Perú? Y en mi caso, siendo militar y jefe del Ejército peruano, ¿qué querrían que respondiera, en un contexto informal, coloquial, privado y de ambiente jocoso, en circunstancias en que el Perú presentó la demanda del diferendo marítimo en La Haya, que propició que políticos de ambos países intercambiaran expresiones de grueso calibre y más aun en forma pública?

Dejémonos de tanto escándalo. Y es que para nosotros, los soldados del Perú, que vivimos años de violencia y conocemos de cerca lo que significa el dolor, sufrimiento y angustia que acarrea un conflicto, sería insensato embarcar a nuestro pueblo -que amamos- en una aventura bélica. Sin embargo ello no significa caer en la ingenuidad, ser incauto ni mucho menos ser tomado como una debilidad, pues lamentablemente ningún país que ha tomado por la fuerza ha sido disuadido con argumentos de la justicia.

- ¿Después del incidente logró comunicarse con sus colegas militares chilenos? ¿Recibió algún comentario de ellos, del general Izurieta, o de algún militar chileno amigo? Se informó que usted les envió una carta ¿Qué les dijo? ¿Qué le dijeron?

Se conoce oficialmente que envié una carta al general Izurieta y todo lo que expresé es de conocimiento público.

- ¿Es consciente de que sus dichos difundidos lastimaron las relaciones con Chile? A nivel de gobierno y diplomático estas no se han reactivado todavía al 100 por ciento. Teniendo en cuenta el liderazgo que usted ejerce en su país, ¿cómo puede contribuir usted a que eso se revierta?

El mismo hecho de que haya aceptado esta entrevista para la prensa chilena contribuye a aclarar y superar un impasse intrascendente. Le diré una gran verdad: si salieran a luz lo que hablan los militares de todo el mundo, sobre sus amigos y enemigos, sobre aliados y países “suecos”; lo que –no me cabe duda- hablan coloquialmente por separado jefes árabes e israelíes, talibanes y norteamericanos, por poner ejemplos extremos, con seguridad que ya se habría declarado la tercera guerra mundial.

Lo que quiero decir es que este vídeo es un incidente sobredimensionado por intereses políticos y mediáticos. Es un tema adjetivo frente a temas sustantivos que tienen que ver con el avance, en medio de la complejidad de las relaciones peruano-chilenas, hacia una buena vecindad y una región más integrada.

Eso tiene que ver también, aunque no nos guste, con una suerte de calentamiento de este último foco de tensión geopolítica de América latina que viene del siglo XIX. Me refiero a la frontera tripartita entre Perú, Chile y Bolivia. Esa lógica se reaviva al margen de un vídeo y tiene que ver con el diferendo limítrofe por el Mar de Grau y el contencioso que está en la Corte Internacional de La Haya, amén de otros problemas trabajados en “cuerdas separadas”.

- ¿No considera perjudiciales los nacionalismos excesivos o enfermizos en cada país? ¿No cree que le hacen daño a las relaciones?

El sentido común señala que todo en exceso es dañino. Los nacionalismos desmedidos llevan al chovinismo y a las guerras. Por lo que debe quedar en claro que tampoco soy chovinista. Yo simplemente soy un peruano auténtico como todos los peruanos, que, al margen de toda prédica de amistades.

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