13.3.09

La muerte viste a la novia*

En “Ejercicios Materiales” (1993) tengo a la reciente poeta fallecida Blanca Varela (1926- 2009). La conservo allí, intacta, lista para abrir mi córnea con su canto. Más allá de la lámpara casera, oh calles oscuras de poetastros despidan a la luz. No escribiré sobre su vida llena de poesía, su siglo de París y Generación del ´50. Sólo me zambullo en algunas palabras queridas y guardadas en estante malapalabrero: “en que más rápida más lenta/más antigua y oscura que la muerte/a mi lado/coronada de moscas/pasó la vida”. Blanca se llevó su flor en verano hacia su sitio poblado de instantes con palabra prolija. En esta columna, soy un lobo sin ojos apenas para hacerme un desvío notorio: “más silenciosa y pálida que nunca. / es el día sobreviviente con su carreta vacía / sigue brillando la lámpara penitente/ pero no creo en su luz / ni compro la muerte con nombre de pez / ni es cierto que bajo su escama mortecina / dios nos contempla”. Qué maestra. Blanca Varela pasó a fin material y dejó a los killers este poema que hace su permanencia en la belleza. Un adiós cumplido: “He dejado la puerta entreabierta / soy un animal que no se resigna a morir. / la eternidad es la oscura bisagra que cede / un pequeño ruido en la noche de la carne. / soy la isla que avanza sostenida por la muerte / o una ciudad ferozmente cercada por la vida. / o tal vez no soy nada / sólo el insomnio / y la brillante indiferencia de los astros. / desierto destino / inexorable el sol de los vivos se levanta / reconozco esa puerta / no hay otra./ hielo primaveral / y una espina de sangre / en el ojo de la rosa. (*Título de un poema de BV del libro mencionado).

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