15.3.09

A pesar del ruido

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Lo realmente importante en la relación con Chile

La relación Perú-Chile pareciera ser lo suficientemente sólida como para resistir los baches que, cada par de meses, surgen en los dos países y que, incluso, podrían ser factores útiles para desfogar las presiones en ambos lados que, por razones sinceras o conveniencia política, quisieran una vinculación distante.

Algunos temas que enfrían la relación bilateral –o, más bien, la calientan– son asuntos de fondo, como el diferendo limítrofe marítimo o la relación comercial entre los dos países.

Hay, en cambio, otros incidentes menores en función a dimes y diretes que responden a necesidades de las respectivas agendas políticas internas. El último: la declaración impertinente del ahora ex canciller chileno Alejandro Foxley; el penúltimo: la declaración impertinente del ahora ex comandante general del Ejército Edwin Donayre. ¿Alguien duda de que en el horizonte hay un nuevo incidente en progreso?

La relación bilateral enfrenta varios retos. Uno es superar la ignorancia de políticos de los dos países sobre las claves de la política interna de cada nación, lo que origina interpretaciones desencaminadas sobre lo que ocurre y sus implicancias.

Por ejemplo, los análisis que se hacían el jueves en el Congreso peruano sobre el relevo del canciller y del ministro de Defensa de Chile. Si el micrófono se hubiera puesto unos metros más allá, entre los que caminaban por la Av. Abancay, el resultado hubiera sido parecido. Lo mismo ocurre en Valparaíso cuando los congresistas chilenos explican el Perú.

Asimismo, hay metidas de pata que no se deben cometer, como la del premier Yehude Simon al declarar que los cambios en Chile “ayudarán a mejorar las relaciones”. Por un lado, es evidente que los relevos no ofrecen muchos motivos para vislumbrar un cambio en la política chilena hacia el Perú.

Por el otro, la voz del premier desentona con la del canciller José Antonio García Belaunde, quien ya había establecido la que, sin duda, debe ser la posición del Perú en asuntos como estos: no hay pronunciamientos sobre los típicos asuntos internos de un país. En estos temas hay que tener un solo vocero que no debe ser otro que el canciller.

Otro obstáculo de la relación es el gran potencial que el tema tiene como insumo de uso político interno. Es lo que Carlos Basombrío llamó –ayer en Espacio Compartido– “nacionalismo por conveniencia”.

Al Perú le conviene sacar adelante, a pesar de todo el ruido, una relación razonablemente ordenada con Chile pues esa es la mejor manera de avanzar en los temas realmente relevantes: el diferendo limítrofe marítimo y el fortalecimiento económico.

LA REPUBLICA

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