18.3.09

Sensualidad de juez

El juez Baltasar Garzón salió del anonimato tras enjuiciar al dictador chileno Augusto Pinochet, cuando éste se encontraba de paso por Inglaterra. No se puede negar situaciones de hecho y derecho que justificaban el pedido del magistrado español, dados ciertos indicios sobre posible violación de los derechos humanos (dd hh) durante y después del golpe militar que lo llevó al poder el 11 de setiembre de 1973. La muerte de ciudadanos que estuvieron detenidos en los calabozos de la DINA era una de las evidencias.



Sin embargo, en paralelo al procesamiento de Pinochet y a la extradición a que diera lugar, corría un asunto diferente al quehacer estrictamente jurídico que proyectaría la vanidad del juez Garzón hasta la estratosfera. A ello ayudó el cortejo de ONG dedicadas a los dd hh, así como el maniqueísmo mediático que éstas manejan y que endiosa a gente como Garzón. Desde entonces, presuntamente se produjeron cambios en los fueros internos de una persona como él. Este personaje se creyó el Fiscal de gobernantes, los de toda latitud del planeta, en especial de quienes habrían cometido delitos contra la humanidad.

Desde entonces la vida de Garzón no ha estado fuera de la digitación e influencia de las ONG que lo han construido y proyectado como Catón ante todo aquel que tenga la desgracia de ingresar en conflicto –político, no necesariamente criminal– con los dd hh. Pero hay algo grave que acusa la descomposición del “prestigio” del ídolo de aquellas ONG como es Garzón. Por ejemplo, ha sido denunciado en su país por prevaricar, al haber tramitado actuaciones “con plena conciencia de que carecía de competencia para instruir”; o cuando no declaró oportunamente al fisco ingentes ingresos en moneda extranjera provenientes del dictado de conferencias en Estados Unidos mientras se encontraba de licencia en la Judicatura cobrando su sueldo; o cuando no investigó los genocidios y torturas perpetrados por comunistas, como ocurrió el año 2000 cuando rechazó una querella interpuesta por familiares de más de cuatrocientas personas fusiladas en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama, amparándose nada menos que en la prescripción. ¿Acaso Garzón no quiso acusar a los comunistas porque sabe que hoy los ex marxistas o los hijos de los revolucionarios de izquierda son los que regentan las ONG de dd hh?

Cabe preguntarnos también: Una persona con las características de este juzgador español, ¿puede ser considerado adalid de la justicia o icono para perseguir a quienes cometieron delitos de lesa humanidad? Responder a esta interrogante confirma nuestra crítica a la hipocresía y a la doble moral que practican las ONG caviar y sus ventrílocuos como Garzón, quien no aceptó las denuncias contra aquellos crímenes cometidos por los comunistas ibéricos, argumentando que entre 1975 y 1977 se produjeron indultos “que vedan de una forma total y absoluta cualquier posibilidad de reiniciar la persecución penal por los actos realizados en la Guerra Civil”. Incluso se dio el lujo de acusar a los denunciantes por “abuso del derecho” y “mala fe procesal”. ¿Qué más se podría esperar de alguien que pidió licencia a la judicatura de España dizque para viajar a EE UU a estudiar pero resultó dictando conferencias remuneradas con jugosos honorarios que no declaró sino hasta que se produjo el escándalo de una posible evasión de impuestos (falta muy grave según el art. 417 de la ley del Poder Judicial español)

EXPRESO

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