10.3.09

Sexy dinero sucio

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

El financiamiento truculento de la política.

Agustín Mantilla volvió a hablar. Esta vez fue con César Hildebrandt Chávez (www.ocholocos.pe), a quien le reiteró algunas cosas que ya había dicho sobre el destino de los US$30,000 que Vladimiro Montesinos le dio en su salita, pero extendiéndose en el tema con un tono misterioso que debe haber dejado a varios apristas al borde de un ataque de nervios.

Lo que el ex ministro del Interior de Alan García ha declarado ahora es lo siguiente: 1) Todo el dinero se usó en la campaña electoral del 2000. 2) El comité que tomaba todas las decisiones de campaña incluía a Abel Salinas, Jorge del Castillo y Mantilla. 3) Sobre quién le dio la orden de ir al SIN para recibir US$30,000, señala que “yo , este… por lealtad me he limitado a decir que fue mi conciencia”. De ello se infiere que esa no es toda la verdad. 4) El Apra debe ser reconstruido y tener mayor presencia en el gobierno actual.

Aunque la versión completa de esta entrevista a Mantilla se difundirá el próximo domingo en ‘El perro del Hortelano’, el adelanto ofrecido es suficiente para traslucir que la lealtad del ex secretario de Alan García es grande –años en prisión, severo desprestigio personal y, lo que para él debe ser peor, el desdén de la cúpula aprista– pero que todo tiene un límite.

La relación de Mantilla con Montesinos fue sólida. Recuerdo haberle escuchado a él mismo contar, en el año 2000, que cuando el ‘Doc’ regresó al país desde Panamá, lo llamó por teléfono para saludarlo desde la pista de aterrizaje y comentarle que todo estaba en orden. Esto ocurrió en una pequeña sala de Alide en la que los conferencistas del evento esperábamos nuestro turno para ingresar al salón principal.

Ya veremos en los días siguientes cómo matan los apristas sus pulgas y qué silencios negocian entre ellos. Pero lo evidente es que lo ocurrido con los US$30,000 del ‘Doc’ que recibió Mantilla no es ninguna novedad, ni patrimonio del aprismo ni solo ocurrió en la época del fujimontesinismo.

El financiamiento de la política en el Perú, y particularmente de las campañas electorales, suele tener una promiscuidad con grupos que virtualmente compran candidatos que, cuando llegan al poder, se vuelven en operadores de sus intereses.
Existen leyes orientadas a darle transparencia al financiamiento de las campañas, pero su aplicación práctica deja mucho que desear y es muy fácil sacarles la vuelta.

¿Está usted seguro, por ejemplo, de que el narcotráfico no ha financiado el ingreso al Congreso de algunos de sus miembros actuales? De otro lado, ¿se acuerdan qué ofrecía Fortunato Canaán en la suite del Country? Nada menos que financiar campañas.

EL COMERCIO

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