7.3.09

Violento Foxley

Flaco favor le hace a la diplomacia chilena el actual canciller Alejandro Foxley. Y peor ambiente generan sus excesos verbales en las relaciones bilaterales peruano-chilenas. Foxley ignora que ostenta una investidura de Estado, y que sus actos, por tanto, deben guardar correspondencia con las decisiones oficiales de sus homólogos, mas no con la política doméstica que se produce al interior de un país que no es el suyo.

Por ejemplo, en el caso concreto del acuerdo de libre comercio suscrito entre Lima y Santiago, cuya vigencia nació el pasado 1 de marzo, es el gobierno del Perú el que ha respetado la entrada en vigor de un documento oficial. Y solo a ello debería ceñirse el ministro de Exteriores del vecino sureño. No a lo que digan o hagan nuestros dirigentes públicos.

En tal sentido, lo que digan o hagan los dirigentes políticos peruanos sobre la interacción económica, comercial o laboral con la nación chilena a partir del reciente TLC suscrito, no es de incumbencia del oficialismo mapochino. Por eso deploramos que Chile esté “humalizando” su política internacional con el Perú, hecho que obviamente trae por tierra la publicitada posición de los voceros de La Moneda –y de la propia primera mandataria Michelle Bachelet– cuando sostienen reiteradamente que “Chile mira al futuro”.

Así, declaraciones públicas como aquella que puntualiza: “en el Perú hay políticos que viven anclados en el siglo antepasado”, son negativas y acusan ser fruto de rezagos decimonónicos y provenir de una inspiración antiperuana. Pero desde esta casa periodística sabemos que mirar al siglo XXI implica abandonar acá el antichilenismo, como allá el antiperuanismo. Términos que nacen de malsanos recuerdos deben quedar en el archivo de los objetos inservibles, pues somos conscientes de que, salvo la fractura histórica de la Guerra del 79, son demasiados los lazos que unen a dos pueblos vecinos como el peruano y el chileno. Si queremos apostar por una convivencia fructífera y de respeto mutuo, los políticos (precisamos: los gobernantes) más que los dirigentes enfrascados en la polémica pequeña, están llamados a conservar la sindéresis que evite desunir a ambas naciones.

Ahora bien, quisiéramos creerle al ministro Foxley cuando afirma: “Estamos mirando hacia adelante, hacia el siglo XXI. Lo hemos dicho mil veces en conversaciones con Perú”. No obstante, cuando evaluamos la realidad de su actitud, nos asalta la duda sobre la honestidad de quién verdaderamente sí repite los errores del pasado. ¿O no es cierto que quedarse anclados en el pasado resulta más elocuente en el caso de Chile cuando practica las mismas actitudes armamentistas de las décadas del sesenta y setenta del siglo XIX? Comprar equipos bélicos frenéticamente, como lo hizo el general Augusto Pinochet y como lo viene haciendo la Concertación, ¿no es acaso transitar por los mismos jirones y avenidas que nos condujeron a una guerra fratricida?

En suma, mientras el Poder Ejecutivo del Perú honre las responsabilidades de la nación peruana en relación al cumplimiento del TLC con Chile, los dignatarios de ese país no tienen por qué inmiscuirse en asuntos internos generados por políticos de la oposición al gobierno del presidente Alan García. Esperamos pues que sin excesos dialécticos se pueda reducir un ruido amplificado que puede llegar a ensordecer la cooperación peruano-chilena que en los últimos años se había intensificado de forma más o menos decidida.
EXPRESO

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