22.5.09

Entre dos pestes

Al momento de escribir esta columna, eran ya 16 los casos confirmados de la gripe AH1N1 en nuestro país, prácticamente todos relacionados con alumnos de quinto de secundaria que viajaron a Punta Cana. En medida atinada, el Ministerio de Educación, en coordinación con el de Salud, han suspendido las clases por una semana para los escolares de once colegios que visitaron República Dominicana. Todos, por supuesto, pertenecientes al estrato más privilegiado de nuestra sociedad. Que, como vemos, no garantiza que sea el más ilustrado, ni el más atinado.
Porque la pregunta surge inevitable: ¿cómo diantres puede haber padres tan irresponsables que en medio de una epidemia mundial envían a sus hijos a un lugar extranjero que es potencial fuente de contagio? (aunque las autoridades dominicanas lo niegan en todos los tonos) ¿Esnobismo? ¿No leen diarios? ¿Creen que una billetera abultada protege contra un virus? ¿Los viajes de promoción al Cusco ya pasaron de moda y no son para la GCU sino solo para “esa gente”?


A todos esos padres los tendrían que meter en campos de reeducación por inconscientes. No. El término es muy suave. Por brutos. Tan brutos como esos otros padres que permitieron que sus hijos de ocho, nueve o diez años faltaran a clases y se quedaran despiertos hasta la medianoche para el concierto de los Jonas Brothers, en un fanatismo, como apunta una amiga en un e-mail que nos envió sobre el tema, que los adultos pagan, celebran y permiten.

-La otra peste, la que no se cura con ninguna vacuna, la que es crónica, sigue incordiando. Nos referimos, claro está, a la que propagan los caviares. Ahora resulta que Salomón Lerner cuestiona la creación de un subgrupo de trabajo parlamentario para revisar el número de víctimas de la violencia terrorista, que la CVR infló a 69,280, pese a que todos los reportes la sitúan en alrededor de 20 mil.

Este Lerner –que ha confesado en alguna ocasión que durante la época del terrorismo estuvo encerrado en su torre de marfil académica sin que le interesara un rábano el sufrimiento de sus compatriotas– tiene el cuajo de decir que 69 mil es una “cifra conservadora”. Y defiende el cálculo de la malhadada CVR, que usó el método de un gringo desconocido, útil solo para especular sobre el número de peces en un estanque.

Pero Lerner locuta est, causa finita est. Que se cuiden los herejes Giampietri y Edgard Núñez, autores de la iniciativa, porque corren el riesgo de ser excomulgados por este sumo sacerdote de ese rito pagano que es el “derechohumanismo”. ¿Qué se cree este tipo? ¡Fuiiira!!!

LA RAZON

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